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((**Es15.418**) En Lyon y en muchas otras ciudades de Francia, florecía otra institución misionera, llamada Obra Apostólica, establecida por celosas señoras que recogían socorros en especie, para enviarlos a las misiones pobres. Don Bosco, que ya había recibido algo de su caridad, fue a darles una conferencia. También ellas deseaban verle y oírle. El se imaginaba que iba a encontrarse con un grupito de buenas señoras; pero, se vio ante una imponente asamblea. íBendito el que viene en nombre del Señor!, fueron las palabras de saludo de la presidenta. Y, después de exponer la finalidad de la Obra, de contar las dificultades que había vencido y hacer ver su importancia, rogó a don Bosco que le revelara a ella y a sus colaboradoras el secreto de los éxitos de la obra Salesiana, esto es, una confianza ilimitada en la divina Providencia, un entero y ((**It15.482**)) filial abandono en las manos de la dulce y siempre Madre Auxiliadora. Por fin, animó a sus compañeras a ayudar con todo entusiasmo a don Bosco, presentándoles al vivo cuánto lo necesitaba. Don Bosco agradeció la gran bondad con que le habían recibido, recordó que había experimentado sus efectos, especialmente con los dos altares portátiles que ya se estaban usando en la Patagonia. Ponderó después la nobleza de su programa, que les hacía cooperadoras de los Misioneros en su trabajo por la expansión de los beneficios de la Redención. Describió las condiciones en que se desenvolvía el apostolado de los Salesianos en la Patagonia y narró algunas aventuras de las últimas expediciones. Prometió dar a conocer a los Misioneros los nombres de las presentes, para que los impusieran en los nuevos bautizos, por lo que rogaba a la Presidenta se los escribiera en una nota. Les exhortó, además, a que se inscribieran todas en la Pía Unión de los Cooperadores y Cooperadoras, exponiéndoles su carácter, sus orígenes y su desarrollo. Terminó asegurándoles que hablaría de ellas al Papa cuanto antes le fuera posible, y, diciéndoles que, por especial concesión, estaba autorizado para impartirles la bendición papal con indulgencia plenaria, con las acostumbradas condiciones, las bendijo. La asamblea se disolvió, después de los saludos de recíproco agradecimiento. Fue invitado también, por aquellos días, a una reunión extraordinaria de los dirigentes y miembros principales de las diversas obras católicas lionesas. Acudieron a escucharlo más de ochenta personas, invitadas personalmente por los organizadores de la Conferencia. Su charla, en esta ocasión, versó sobre la actividad educativa de los Salesianos, sobre todo en los colegios en favor de la juventud pobre y abandonada, resaltando sus ventajas religiosas y sociales y haciendo (**Es15.418**))
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