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((**Es15.400**) 5.° Váyase con cuidado antes de aceptar a nadie a pensión reducida y síganse las normas antiguas para aceptar a alguno. Procura en todo esto ir de acuerdo con don José Lazzero y ténganse en cuenta los enfermos y las debidas atenciones. Pero no se olvide nunca que hemos hecho voto de pobreza y que, por tanto, hemos de vivir como pobres. La templanza y el trabajo son los dos mejores guardianes de la virtud. Dios nos bendiga a todos y nos conserve en su santa gracia. Creeme siempre en J. C. Turín, 22 de diciembre de 1881. Afmo. amigo JUAN BOSCO, Pbro. ((**It15.461**)) LOS CINCO MUCHACHOS DAMASCENOS, DE NIZA Los aspirantes franceses, hasta que no fue posible abrir un noviciado en su patria, iban a San Benigno, donde permanecieron los clérigos ocho años. Don Julio Barberis dirigía la casa con auténtico espíritu de don Bosco, de forma que allí reinaba una piedad alegre y una envidiable aplicación al estudio; pero, en cuanto a la vida material, había que acostumbrarse a la falta de muchas comodidades. Escaseaban los medios para defenderse contra el intenso frío invernal y no existía calefacción alguna en los ambientes; la comida era sencillísima; había platos de estaño para la sopa; en vez de vasos, las tazas del café; muebles primitivísimos; ropa blanca en común. Se comprende que aquellos pobres franceses tenían que encontrarse muy a disgusto. Los que llegaban con cierta edad y serias intenciones apreciaban la suerte de vivir cerca de don Bosco y se encariñaban con don Julio Barberis, cuya inagotable paternidad era verdaderamente la panacea universal para todos; pero los jovencitos, desilusionados ante tantas privaciones, solían durar poco. El año 1881 llegaron, con otros de Francia, los cinco muchachos de Damasco, mencionados por nosotros en el volumen anterior. Figuran en los catálogos de 1880 y 1881 entre los aspirantes estudiantes de Niza. Por la razón que fuere, al cabo de un mes, cuando faltaba poco para vestir la sotana, manifestaron su descontento, y uno de ellos, que se llamaba Antonio Homsi, escribió a don Bosco, manifestándole su situación y quizá también la de los compañeros, y obtuvo una afectuosa y razonada respuesta en francés, que decía así: Mi querido Homsi: He recibido tu carta, que me ha gustado mucho; porque me abres tu corazón y quiero darte un buen consejo. Respondo a tu pregunta. (**Es15.400**))
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