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((**Es15.379**) en una audiencia a fines de noviembre. Sin mostrar que conocía el resultado de la última petición, el Procurador le rogó, en nombre de don Bosco, que le dijera algo. El Cardenal le respondió secamente que no sabía nada. Insistió el otro, diciendo que monseñor Masotti, debía haberla presentado. Su Eminencia respondió: -Yo no me he ocupado de ello; cuando llegue monseñor Masotti, pregúnteselo. Quedaron un instante en silencio los dos. Los ojos del Cardenal miraban al interlocutor con arrogancia escrutadora. Este, algo atemorizado, dijo: -Mi venerado superior don Bosco, al no haber podido tener el honor de ser admitido ante V. E., desearía saber si hay algo que advertir sobre nuestra Congregación, porque recibiría con gusto las observaciones y consejos. La respuesta fue una mirada fulminante. Y después, al ver que don Francisco Dalmazzo se levantaba, exclamó con ironía: -Don Bosco se ha portado caballerosamente. Y mientras decía esto le acompañó hasta la puerta y le despidió con este saludo en alta voz: -Don Bosco no tiene espíritu religioso 1. Tenía mucha razón monseñor Masotti al decir poco después a don Francisco Dalmazzo que encontraba el camino cubierto de espinas y que convenía andar despacio, porque, dando tiempo al tiempo, todo se arreglaría 2. ((**It15.437**)) Aún no había pasado un mes, cuando don Bosco recibió de la Santa Sede una prueba de confianza, de la que él se valió para remachar sus razones de cara a los privilegios. El Obispo de Mantua, monseñor Berengo, preocupado porque no hallaba modo para resolver las urgentes necesidades de su grey, estaba dispuesto a hacer cualquier sacrificio, con tal de tener a su disposición algunos sacerdotes para enviarlos adonde más fuertemente se sentía el malestar de los fieles. Recurrió, pues, al Padre Santo para obtener un grupo de religiosos procedentes de varias órdenes o congregaciones. No gustó al Papa la idea de aquella mezcla, sino que quiso que los ansiados operarios fueran todos salesianos y, en tal sentido, hizo escribir a don Bosco. Cumplió el encargo monseñor Boccali, empleando términos de máxima alabanza para nuestra Sociedad y explicando así 1 Carta de don Francisco Dalmazzo a don Bosco, Roma, 30 de octubre 1882. 2 Carta de don Francisco Dalmazzo a don Bosco, sin fecha, pero muy poco posterior a la precedente. (**Es15.379**))
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