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((**Es15.288**) ((**It15.328**)) Parece que don Bosco tenía ya en su cabeza una visión clara del gran bien que sus hijos estaban llamados a hacer en España. En efecto, el día de santa Teresa del 1880, había dicho al futuro Director de la casa de Utrera: -En Utrera no se hará más que preparar las armas y aguzar las espadas para ocupar campos mucho más amplios. No pasará mucho tiempo, y una señora, casada hoy en Barcelona (y ahora ciertamente no estoy soñando), al quedarse viuda, nos invitará a ir a Barcelona, donde abriremos una casa y después se fundarán muchas más. La predicción empezó a efectuarse el año 1882, cuando la señora Dorotea de Chopitea, al perder el marido, pensó en sufragar su alma abriendo un oratorio festivo y un hogar para la juventud abandonada y encomendárselo a los salesianos. Fue aquel el verdadero inicio del gran desarrollo de las obras de don Bosco en España. Dos semanas después de la apertura de la Casa de Utrera, se abrió la de Florencia. Hacía tiempo que don Bosco era conocido en Florencia. Sus frecuentes visitas a la ciudad cuando le llamaba el Gobierno en los años de la capitalidad provisional, los efectos saludables de sus bendiciones y, sobre todo el prodigioso retorno de la muerte a la vida del ahijado de la condesa Jerónima Uguccioni 1, lo habían dado a conocer y ser muy apreciado en las casas nobles. Lo hicieron objeto de veneración también los dos arzobispos Limberti y Cecconi. Y cuando se hizo más intensa la labor de los protestantes entre el pueblo de Florencia, la expectación de los buenos se orientó hacia él como el hombre más eficaz de entonces para oponer un valladar a la nefasta propaganda. La primera invitación para establecerse en la capital toscana se remonta a 1877, y partió de la Asociación de Caridad mutua entre los obreros católicos, presidida por el marqués Pompeyo Bourbon del Monte 2. En un principio sólo fue una vaga idea; después se formó en el seno de la Sociedad Obrera una comisión encargada de ((**It15.329**)) recoger donativos, buscar un local y activar los trámites. Era jefe el abogado Juan Grassi, y llevaba la correspondencia el señor Jorge Rastrelli. La búsqueda de un edificio fue larga; finalmente, en el mes de mayo de 1880, se tomó en alquiler una casita de la calle Cimabue, número 31. Allí se quería comenzar con una escuela de artes y oficios y algunas clases elementales: pero la intención era hacer mucho más, se pretendía crear un centro que fuera un monumento de los católicos 1 Véase LEMOYNE, M. B. Vol. VIII, pág. 456. 2 Véase Vol. XIII, pág. 540. (**Es15.288**))
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