Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es15.280**) en el anterior volumen, don Juan Cagliero fue a la capital de Andalucía, acompañado del coadjutor José Rossi. Llegaron el 24 de enero. El Arzobispo les abrazó con efusión, manifestando su alegría por ver a los hijos de don Bosco y dando gracias al Señor. Con Su Excelencia los esperaban el Marqués, su hijo Antonio y su yerno, Enrique Muñoz. El Marqués, que ya tenía 71 años, venerando patriarca y hombre de fe de antiguo cuño, quería ver antes de morir a los Salesianos establecidos en Utrera, su patria chica. Toda su familia, animada del mismo espíritu católico, secundaba su deseo. A don Juan Cagliero parecióle ver en él una copia del argentino Francisco Benítez. El Arzobispo hablaba a todos con santo entusiasmo de don Bosco y de sus instituciones. El hijo y el yerno del Marqués acompañaron a los huéspedes a Utrera. Monseñor había comunicado oficialmente su llegada al párroco de la población, por lo que todo el clero se puso en movimiento para hacerles un buen recibimiento. También el alcalde, católico ejemplar, no sólo acudió a darles la bienvenida, sino que se puso a su disposición durante dos días para hacerles de guía y visitar iglesias, escuelas y otros establecimientos. Utrera está situada a treinta kilómetros de Sevilla, hacia el sudoeste, en medio de una dilatada y fértil llanura, dedicada al cultivo del trigo y poblada de olivos y ganado; pero su mayor nombradía le viene de ser el lugar más importante de España en la cría de toros destinados a las corridas y de los llamados ganaderos. Contaba en aquel tiempo con poco más de doce mil habitantes: católicos, aunque como en tantísimos ((**It15.319**)) lugares de España, poco practicantes. Por eso, los protestantes aseguraban allí su porvenir sin dificultad. La gente sana esperaba que los Salesianos lograran despertar de la indiferencia religiosa a la población y desalojar a los falsos predicadores. Había en la ciudad varias iglesias, dos de las cuales eran verdaderas catedrales del siglo XV; pero algunas habían quedado casi abandonadas por falta de clero. El Arzobispo dejó a los Salesianos que eligieran la que mejor les pareciera de entre ellas. Don Juan Cagliero puso sus ojos en la iglesia del Carmen, por estar más céntrica y cómoda para el público y también a mayor distancia de la parroquia. Como era pequeñita la vivienda adjunta, el Marqués puso a disposición de los Salesianos la mitad de una bonita casa que poseía allí cerca, mientras no se acomodaran de otro modo. Habiendo llegado entre tanto la fiesta de San Francisco de Sales, don Juan Cagliero dio aquel día una conferencia en dicha iglesia e inscribió después a los primeros cooperadores salesianos españoles. (**Es15.280**))
<Anterior: 15. 279><Siguiente: 15. 281>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com