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((**Es15.223**) ((**It15.248**)) Adjunto copia a Vos, Santísimo Padre, que sois el Moderador supremo de la Congregación Salesiana para que conozcáis cómo marchan nuestras cosas. Mas, si las molestias pasadas fueron graves, no lo son menos las actuales. Al presente se querría inducir a nuestra Congregación a abrazar doctrinas filosóficas que no son del agrado de Vuestra Santidad, por erróneas o peligrosas. Hasta ahora, hemos resistido y seguiremos resistiendo a costa de cualquier sacrificio y tribulación; pero confieso que necesito oportuno consejo para saber dar a mis religiosos instrucciones seguras, a fin de que, en todos nuestros colegios, casas de formación, seminarios del Piamonte, Italia, Francia, España y América, podamos seguir principios netamente católicos con ilimitado acatamiento al Supremo Jerarca de la Iglesia. Si, además, en el decenio pasado se nos han causado bastantes molestias y fastidios, que distrajeron muchas veces nuestras ocupaciones del Sagrado Ministerio, y nos hicieron perder un tiempo inmenso, que hubiéramos querido dedicar únicamente a mayor gloria de Dios y salvación de las almas, no parece, ni mucho menos, que tales molestias y fastidios vayan a disminuir en el presente. íPobre de mí! Mientras escribo esta carta y mientras pende en la Sagrada Congregación del Concilio la cuestión entre el señor Arzobispo de Turín y el sacerdote salesiano Juan Bonetti, recibo una admonición que cita a dicho sacerdote a comparecer ante el abogado fiscal arzobispal para que responda a la misma cuestión; y se le amenaza con penas eclesiásticas, si no se presenta ante quien se erige en juez en propia causa y en una cuestión transferida al supremo tribunal de la Santa Sede. Por tanto, contra lo que todos esperábamos, continúan las molestias y la pérdida de tiempo tan precioso, y amenaza hacerse más intolerable nuestra situación. Los enemigos de la religión se afanan con frenesí satánico para arrebatar la fe y las buenas costumbres de grandes y pequeños, causando mermas y ruinas lamentables. Los Salesianos ven aumentar cada día el trabajo que llevan entre manos, oponiéndose con algún buen resultado al mal que se desborda. Necesitamos, pues, que nos dejen en paz y nos ayuden o, al menos, no nos pongan obstáculos, para hacer el bien, según la finalidad de nuestra Congregación. De otro modo, no se puede tirar adelante. Por todo lo cual, Santísimo Padre, con humildad pero muy encarecidamente, imploro vuestro iluminado consejo y vuestro valioso apoyo. Hablad, que nosotros os escucharemos. No sólo cumpliremos vuestros mandatos, sino hasta vuestros deseos. No sólo os seguiremos como a Doctor universal, sino también como a Doctor privado. Seremos servidores obsequiosos de vuestra augusta Persona, no sólo los Salesianos, sino que nos ingeniaremos para inspirar, alimentar y acrecentar estos mismos sentimientos en los más de ochenta mil jovencitos que la divina Providencia tiene hoy reunidos en nuestras Casas de Europa y América. Seremos, en una ((**It15.249**)) palabra, totalmente respetuosos con Vuestra Cátedra Apostólica en todo tiempo y lugar, donde nos llame el Señor. Mas, para que podamos cumplir libremente este nuestro sagrado deber; para que podamos trabajar intensamente y según las necesidades de estos tristísimos tiempos; para que el humilde infrascrito pueda gobernar a sus súbditos como es necesario, haced llegar Santísimo Padre, una palabra eficaz al único entre mil miembros del Episcopado Católico que parece se inclina a apartar del recto camino a esta pobre Congregación y pone dificultad sobre dificultad en la Casa Madre y Centro de las demás, para que no funcione con la necesaria facilidad y se paralice. Confío plenamente que Vos, Santísimo Padre, os dignaréis acoger con paternal bondad la humilde súplica que, en mi nombre y en el de todos los Salesianos, elevo a vuestro excelso trono y que acudiréis en ayuda de tantos devotísimos hijos vuestros. (**Es15.223**))
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