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((**Es15.197**) Hergenroether y Ledochowski. Cuando el Papa oyó la relación, volvió a expresar el concepto ya expresado a Monseñor: -No se pronuncie, dijo, ninguna sentencia y hágase en su lugar una propuesta de conciliación, salvando así la autoridad arzobispal. Don Bosco es tan virtuoso que se acomoda a todo. El Arzobispo acomódese o no: en el primer caso, don Bosco estará contento, porque no busca más que la paz, y todo quedará terminado cuando ésta se consiga; en el segundo tendremos al buey por los cuernos 2 y entonces todo ha terminado para él. A este punto, el cardenal Nina se animó y dijo que era hora de acabar también en otro sitio, pues en Roma se apoyaba a Turín en la persecución de don Bosco y se paralizaba el bien que hacía la Sociedad Salesiana, privándola de los privilegios. Y observó otras cosas más como Protector que era de la Congregación. El Tribunal romano emitió sentencia dilatoria con la fórmula: Dilata et ad mentem ab Eminentissimo Praefecto panditam. Cuál era la mente del Cardenal Prefecto, él mismo la manifestó primero confidencialmente a don Bosco con esta carta R E S E R V A D A Rvmo. don Bosco: En breve le llegará una carta de la sagrada Congregación del Concilio, respecto de la consabida cuestión, cuya resolución ha sido diferida, porque, sin perjudicar el mérito, entra en las miras del Padre Santo que dicha cuestión quede silenciada de la forma que se le indicará, porque el mismo Arzobispo ha manifestado de viva voz a ((**It15.218**)) Su Santidad su gran disposición para llegar a un acuerdo. Esperando que Monseñor se preste sinceramente esta vez a cuanto se le propone, le exhorto, por lo mucho que quiero a su Congregación, a que no ponga ningún obstáculo, sino que, con toda espontaneidad, se sujete a cuanto se le indicará, sin apartarse por su parte lo más mínimo de las instrucciones que le serán indicadas. Para presentarse usted al señor Arzobispo, no necesito apelar a su virtud; estoy seguro de que lo hará con una actitud y lenguaíe tan reverente y suave que no se comprometerá lo más mínimo, obligándole, si es preciso, a manifestarse él humanísimo. Le dirá, en resumen, que celebra que la Santa Sede le haya ofrecido una ocasión propicia para encontrarse una vez más a los pies del señor Arzobispo, a quien nunca ha deíado de amar y venerar. No entrará en discusión sobre la cuestión o cuestiones y se limitará a presentar la solicitud en nombre de don Juan Bonetti, ateniéndose en ella a los términos que se le sugieren. Muéstrese dispuesto a llegar a los acuerdos sobre el régimen del Oratorio, dentro de los límites consentidos por el derecho, y en el reciproco entendimiento de buscar el bien de las almas. Advierta, además, a don Juan Bonetti que se muestre muy reservado en el hablar y en todo lo que pueda referirse al Arzobispo y al Párroco local. Un continente correcto, a costa de cualquier sacrificio, tanto por su parte como por la de sus subordinados, conciliará mayor aprecio a su Instituto y allanará el camino para resolver otras dificultades que, a cada paso, se le vayan presentando, para entorpecer quizás, aun sin quererlo, la obra del Señor. Tenga, además, 2 <>, comentaba el Cardenal Nina al referir esta conversación a don Francisco Dalmazzo (carta citada del 21 de diciembre). (**Es15.197**))
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