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((**Es15.151**) Don Antonio Sala, dando un rodeo, le contestó: -Encargado por mi Superior de las obras de la iglesia de San Juan Evangelista, tengo ya los pintores para decorarla, y me ha surgido una dificultad, por la que he creído conveniente acudir a V. E. Se trata de pintar los siete obispos de las iglesias de Asia en figura de ángeles, conforme se lee en el Apocalipsis. -Verdaderamente, interrumpió el Arzobispo, hay que pintar algo referente al Apocalipsis. Por mí, háganlo como quieran. -El otro día, volvió a decir prestamente don Antonio Sala, estuve en Alba, para ver la catedral, decorada por nuestro mismo pintor Costa, y, entonces, monseñor Pampirio, hablando de esto y de la iglesia de María Auxiliadora, dejó entender que vendría con gusto a pontificar el día de la fiesta. Pero, como yo no podía darle una respuesta, sin oír antes a V. E., le dije solamente que nos consideraríamos muy afortunados de tenerlo entre nosotros en tan hermosa ocasión. Ahora estoy aquí precisamente para pedirle las necesarias licencias, si así lo cree V. E. -Para esto, es necesario que me escriba don Bosco. -Precisamente, cuando don Bosco se enteró del deseo de monseñor Pampirio, le encargó a don Miguel Rúa que me escribiese, ((**It15.165**)) diciéndome que me presentase a V. E. para pedirle, antes de nada, su permiso. -No, respondió Monseñor, porque los Salesianos se comportan muy mal con la iglesia de María Auxiliadora, y todo por contrariarme a mí. Permitirlo sería aprobar lo que desapruebo. -No diga eso, Monseñor. Nosotros trabajamos para bien de todos y mal de ninguno; mucho menos de nuestro Arzobispo; hasta se hacen verdaderos sacrificios para ayudarle en su diócesis, especialmente en Turín. -íSí, sí!... Lemoyne imprime los milagros de María Auxiliadora, sin mi autorización, y, en mi propia cara, se reparten por toda la archidiócesis sólo por contrariarme. -Es la primera vez, Monseñor, que oigo hablar de milagros. Siempre se habla de gracias, obtenidas por intercesión de María Auxiliadora. -Las que escribe Lemoyne son milagros, y los milagros deben ser aprobados por la autoridad eclesiástica, según decreto de la Sagrada Congregación. No conozco ese decreto, pero sé que no se imprime ningún libro que hable de gracias obtenidas por María Auxiliadora, sin que tenga aprobación eclesiástica. (**Es15.151**))
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