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((**Es15.118**) Turín, 14 de junio de 1887 Estoy en nuestro colegio de Valsálice, que se vio honrado con su presencia y que nos da ocasión para hablar con frecuencia de ustedes, querido señor Conde y respetable señora Condesa. Por si su salud le permitiere venir a celebrar con nosotros las fiestas de san Luis y de san Juan, ya están preparadas la habitación y la mesa para usted y su señora. Creo que su estancia aquí les resultará muy agradable, pues no les molestará el calor. Toda la casa está a su disposición. Pero, ante todo, hemos de mirar por su salud, cuya verdadera situación ignoro. Mucho deseo pasar algún tiempo en su compañía para hablar un poco de nuestros asuntos de Roma, de San Benigno, de nuestros misioneros; pero todo esto requiere buena salud por su parte y la de la señora Condesa. Todos los salesianos hacen oraciones por su salud y tenemos plena confianza de que seremos escuchados. Las noticias de nuestros misioneros han sido malas, especialmente para monseñor Cagliero que, en el viaje de Patagonia a Chile, se ha caído del caballo y ha quedado como muerto en la soledad de la Cordillera. Por ahora, salvó la vida y, después de un mes cuajado de peligros, finalmente han llegado todos vivos a la ciudad de Concepción y han comenzado los trabajos para convertir a los salvajes. Nuestros misioneros escriben frecuentemente, encomendándose siempre a sus caritativas oraciones; por su parte, todos aseguran que no dejan pasar un día sin encomendar su salud y la de su Señora a las oraciones de los salvajes, sobre todo a los que recibieron el nombre de ustedes en el bautizo. Que Dios bendiga a ambos y que la Santísima Virgen sea su guía en todos los peligros hasta el Paraíso. Don Miguel Rúa y todos los salesianos les presentan sus cariñosos saludos. Toda la vida será su afectuosísimo hijo, Turín Valsálice. JUAN BOSCO, Pbro. Parece que el Conde encomendó a don Bosco que hiciera novenas, y en seguida recibió la siguiente respuesta, en la que de nuevo olvidó el acostumbrado encabezamiento. Tampoco la Condesa se encontraba bien. Nosotros haremos la novena a la Santísima Virgen no sólo una vez, sino, como usted desea, hasta conseguir que Dios nos escuche, como dice el cura párroco de San Luis. Dios lo haga. Toda la Casa reza con usted. ((**It15.126**)) Están con nosotros el Conde de Villeneuve y su hija Ana María para dar gracias a María Santísima. Hemos hablado mucho de usted y me prometió unir sus oraciones a las nuestras por su completa recuperación. Bendito San Juan, no permitáis que celebremos vuestra fiesta sin obtener de Dios su perfecta curación, o al menos una notable mejoría. Así sea. Cuando tenga la bondad de responder a mis cartas ruégole, sin cumplimientos, me ponga sólo dos palabras: Estoy o no estoy mejor. Y ello, para que no se canse escribiendo una larga carta. (**Es15.118**))
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