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((**Es14.510**) habían pedido a las Administraciones provinciales la autorización para abrir sus casas, es decir, para hacer el bien a la juventud pobre y abandonada. Y, si ante la Iglesia eran algo más, el Gobierno no tenía nada que ver con ello, pues no tenía derecho a pretender de ningún ciudadano una profesión pública de sus principios religiosos para dejarlo vivir en su casa y según las condiciones inocuas de vida, que más le agradasen 1. Con todas las instrucciones, que les proporcionó don Bosco, los Directores sabían perfectamente cómo comportarse cuando, como sucedió, las autoridades gubernativas preguntasen acerca de la asociación y de los inmuebles que poseían. Repasando las actas de la comisión de señoras marsellesas, causa admiración ver con qué serenidad continuaban sus reuniones periódicas bajo la presidencia del párroco de San José, ocupándose de las múltiples necesidades del Oratorio de San León, como si nada anormal ocurriese. Prepararon incluso una alegre fiestecita para la bendición de la nueva capilla, ceremonia que realizó el obispo con la máxima solemnidad el 27 de junio. Pero tenía que llegar el día en que el ruido de los acontecimientos externos tendría sus resonancias también en sus pacíficas reuniones; sin embargo en aquellas relaciones no aparece una nota que refleje inquietud. La primera mención aparece en el acta del primero de julio, al día siguiente de la clamorosa expulsión de los Jesuitas, y he aquí en qué términos. Don Bosco había dado esperanzas de su próxima visita a Marsella en agosto. El párroco comunicó la noticia a las señoras y les rogó que no la divulgaran por dos razones que expuso en esta forma: <((**It14.599**)) una tanda de ejercicios espirituales de los Salesianos; es preciso pues, evitarle la abrumadora afluencia de visitantes, que le asediaron el invierno pasado. Además de este motivo principal, hay otra medida de prudencia a observar, nos encontramos en un momento crítico, en el que no conviene llamar la atención. A don Bosco se le atribuyen muchas profecías, pero, cuando se le habla de este tema, se echa a reír, lo cual no quita nada a su innegable santidad. Lo característico en él es una calma que jamás le abandona y demuestra el gran dominio que tiene de sí mismo. Pues bien, él dice que es preciso tener confianza e ir adelante, porque no 1 En una publicación, que salió aquel año en París con la lista de las Congregaciones a expulsar (Mémoire pour la défense des Congrégations réligieuses), no se hacía mención alguna de los Salesianos. (**Es14.510**))
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