Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es14.474**) boca, como dispuesta a morderles la lengua apenas abriesen los labios. El rostro de aquellos jóvenes era tan horrible que me infundía espanto; tenían la vista extraviada, la boca torcida, y asumían expresiones que causaban pavor. Temblando de pies a cabeza, pregunté nuevamente qué significaba aquello y se me respondió: ->>No lo ves? La serpiente antigua oprime la garganta con una doble vuelta para no dejar hablar en la confesión a esos infelices y con su lengua venenosa está al acecho para morderlos si abren la boca. íPobrecillos! Si hablasen harían una buena confesión y el demonio nada podría contra ellos. Pero no hablan por respeto humano, permanecen con la conciencia cargada de pecados, van a confesarse una y otra vez, sin determinarse a arrojar fuera el veneno que llevan en el corazón. Entonces dije a mi compañero: -Dame los nombres de todos éstos para que yo pueda recordarlos. -Bien, bien, me dijo; escribe. -Pero es que no hay tiempo, le contesté. -Vamos, vamos, escribe. Comencé a hacer lo que me había ordenado, pero pocos nombres pude escribir, pues todos desaparecieron de mi vista. Y mi compañero añadió: -Ve y di a tus jóvenes que estén alerta y cuéntales cuanto has visto. -Dame una prueba, añadí, para que me pueda persuadir de que esto no es un sueño simplemente sino una advertencia del cielo en favor de mis muchachos. -Bien, me dijo, pues presta atención. Entonces apareció la luz que aumentaba cada vez más y volví a ver a los jóvenes que llevaban el lirio y la rosa. La luz seguía creciendo por instantes, de forma que pude apreciar que aquellos muchachos estaban contentos; una alegría angelical se reflejaba en sus rostros. Yo seguía observando la escena lleno de admiración, mientras la luz ((**It14.555**)) aumentaba de intensidad más y más, llegando a tal punto que se oyó una terrible detonación. Al producirse aquel ruido me desperté y me encontré en mi lecho tan cansado que aún ahora me siento falto de fuerzas. Ahora vosotros dad a este sueño el crédito que se puede prestar a los sueños; por mi parte, os he de decir que también hay en él algo de realidad. Ayer por la noche y hoy he querido hacer algunas experiencias y como fruto de ellas debo aseguraros que no se trata simplemente de un sueño, sino también de una prueba de la gran misericordia del Señor que quiere salvar a algunos desgraciados. Caen bien aquí dos saludables advertencias dirigidas a sacerdotes para apartarlos de fatuas vanidades mundanas y de cierta dañosa obstinación en obrar a su manera; pero las hizo en forma algo original, felicísimo como era para encontrar agudezas eficaces para la corrección. Un día del 1880 estaba sentado a la mesa del señor X., en su casa de campo de Moncalieri, con muchos otros convidados. La mayor parte de éstos para honrar al anfitrión llevaban sobre el pecho sus condecoraciones caballerescas; también había algunos eclesiásticos condecorados con semejantes cruces. Llegados al momento en que la conversación empezaba a animarse, se le ocurrió decir a don Bosco: -íBonita figura la mía, sin ningún título! íNo soy comendador, ni (**Es14.474**))
<Anterior: 14. 473><Siguiente: 14. 475>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com