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((**Es14.467**) futuro vitam aeternam. Reavivemos, pues, nuestra fe, beneméritos señores, y estudiemos la manera de asegurarnos un bien tan grande. La segunda observación es ésta. Algunos creen que dar limosna es un consejo y no un precepto, y por lo tanto, con tal de no hacer mal uso de sus bienes, piensan haber hecho lo suficiente para salvar su alma. Este es un engaño fatal, que impide desgraciadamente muchas obras buenas en el mundo y arrastra muchas almas a la eterna perdición, como arrastró al rico Epulón. Es más fácil, ha dicho Nuestro Señor Jesucristo, a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico salvarse, si pone su corazón en las riquezas y no se cuida de los pobres. Este no pecará, si se quiere, contra la justicia, pero peca contra la caridad y >>qué diferencia hay entre ir al infierno por haber faltado contra la justicia o condenarse por haber faltado contra la caridad? Pero que ayudar a los necesitados no es un consejo, sino un mandamiento, aparece claramente en la Sagrada Escritura. No faltarán pobres en la tierra donde vives, decía el Señor en la antigua ley, por eso te mando que abras la mano al pobre y al menesteroso: idcirco ego praecipio tibi ut aperias manum fratri tuo egeno 1. Y el divino Salvador, hablando de la limosna, emplea el verbo en modo imperativo diciendo: Quod superest date eleemosynam (Dad de limosna lo que os sobra) 2. Y para no dejar duda alguna sobre esta materia, declaró que, en el día del juicio, llamará al reino eterno a los que en la tierra hicieron obras de caridad, y enviará al infierno a los que rehusaron hacerlas 3. Otra vez dijo: No el que hubiere dicho: Domine, Domine, Señor, Señor, entrará en el reino de los Cielos, sino el que hubiere hecho la voluntad de mi Padre, que no se contenta con palabras, sino que quiere obras buenas 4. Por eso el apóstol Santiago escribe que la fe misma no sirve para la salvación, si no va acompañada de las obras, y dice que una fe sin obras en una fe muerta, fides sine operibus mortua est 5. Me he entretenido un poco más en tratar este tema, no porque yo crea que alguno de vosotros lo necesita, sino para que, si se presenta la ocasión, se sirva de ello para quitar de la cabeza a otros ciertos prejuicios. En cuanto a los Cooperadores y a las Cooperadoras, compruebo cada día que hacen y saben hacer la caridad y confío en que querrán ((**It14.547**)) continuar mostrándose así verdaderos imitadores de san Francisco de Sales, que se hizo todo para todos, para ganarlos a Dios, y repetía a menudo: Dadme almas y quedaos con lo demás: da mihi animas, cetera tolle. Lo habéis oído, y lo leéis también cada mes, a dónde va a parar vuestra caridad. La esperanza, o mejor la certeza, de ser útiles a tantos muchachos pobres, apartarlos de los peligros del mundo, educarlos para Dios, para la Iglesia y para el cielo, os debe alegrar mucho y haceros parecer ligero cualquier sacrificio. Animémonos, pues, y escuchemos el aviso que nos dejó el Salvador: granjeaos amigos con vuestros bienes; para que, cuando al fin de vuestra vida tengáis que dejarlo todo, éstos os reciban en las eternas moradas, facite vobis amicos de mammona iniquitatis, ut, cum defeceritis, recipiant vos in aeterna tabernacula 6. Amigos nuestros serán entonces tantas, tantas almas salvadas por nuestra mediación; amigos nuestros, los ángeles custodios de estas almas; amigos nuestros, los santos a quienes habremos proporcionado compañeros en el Cielo; y, lo 1 Dt.,XV,11. 2 Lc., XI, 41. 3 Mt., XXV, 34-36. 4 Mt., VII, 21. 5 St., II, 20. 6 Lc., XVI, 9. (**Es14.467**))
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