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((**Es14.424**) He llegado a Turín muy cansado. En cada casa salesiana me asediaba en seguida un tropel de gente que no me dejaba un minuto de descanso. A pesar de todo, he tenido grandes satisfacciones. En todos los Salesianos reinan la unión, la caridad y la observancia, y el Padre Santo, que ya está bien informado, me dijo que es un hecho prodigioso lo que, adiuvante Deo (gracias a Dios), se ha podido hacer. El espíritu de piedad reina entre nuestros alumnos y este año quizá se dupliquen en número las vocaciones para la Congregación. Ruégole, por fin, señor cura, se digne comunicar a los beneméritos señores y señoras de nuestras Comisiones que el día 16, solemnidad de Pentecostés, segundo de la novena de María Auxiliadora, pienso hacer un servicio religioso según sus piadosas intenciones. Todos nuestros muchachos harán oraciones especiales y la santa comunión, y yo celebraré la santa misa, invocando las bendiciones del cielo sobre ellos y sus familias. Don Juan Cagliero está muy contento con la hermosa ofrenda que la generosa Madame Jacques ha hecho para nuestras Hermanas. Le escribiré a Ella directamente. Subamos un peldaño cada vez y, caminando hacia arriba, llegaremos al cielo. Pero ahora todos los de casa, don Miguel Rúa, don Juan Cagliero, don Celestino Durando, etcétera, le invitan conmigo formalmente para que venga a hacernos una visita en la fiesta de María Auxiliadora. >>Nos hará este precioso regalo? Bien entendido que puede traer con usted a quien más guste. Terminemos. El Señor le conserve, le recompense y, si puede, comunique todo esto a don José Bologna, a quien no puedo escribir más que al vuelo. Rece por mi, que con toda gratitud y afecto soy siempre suyo en J. C. Turín, 9 de mayo de 1880 Afmo. amigo JUAN BOSCO, Pbro. Dos días después, Francia volvió a darle una buena ocasión para expresar sus sentimientos a los católicos de aquella nación. El 11 de mayo llegaron al Oratorio el abate Picard y el vizconde De Damas, con una peregrinación francesa a Roma. ((**It14.496**)) Don Bosco invitó a su mesa a los dos personajes, mientras los peregrinos se dirigieron a la residencia de la Juventud Católica. A poco de terminar su modesto yantar, llevados del deseo de ver a don Bosco, un centenar de ellos consiguieron presentarse ante él en el comedor, donde conversaba todavía con sus huéspedes y con algún otro sacerdote; de allí pasaron a visitar la casa. Pero, después de la bendición, volvieron con todos los demás, que fueron recibidos a los acordes de la banda bajo los soportales del colegio. Se cantó un himno de ocasión y luego comenzaron los discursos. Después de hablar el marqués Garassini, presidente de la Juventud Guiol; pero la Secretaría de Estado (carta de monseñor Cretoni, 26 de agosto de 1880) contestó a don Bosco en nombre del Padre Santo con un non expedire. (**Es14.424**))
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