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((**Es14.401**)Dalmazzo , tal vez para su útil información; hay en él algunos conceptos, que se había propuesto exponer al Padre Santo. ((**It14.467**)) Cosas urgentes, que sólo el Vicario de Jesucristo puede remediar. Para los niños Explíquese el Catecismo a los niños, al menos todos los días festivos. Son pocos los pueblos y muy pocas las ciudades en donde, por lo general, se den estas instrucciones catequéticas y menos aún a los niños pobres y abandonados. Poquísimo esmero para invitarlos y oírlos en confesión. Para el clero Mayor solicitud para instruir a los fieles, de acuerdo con las normas establecidas por el Catecismo para los Párrocos, publicado por orden del Concilio Tridentino. Resulta difícil hallar una parroquia en la que se den estas instrucciones, si se exceptúan los pueblos del norte de Italia. Mayor cuidado y caridad para oír las confesiones de los fieles. La mayoría de los sacerdotes no ejercen nunca este sacramento, algunos se limitan a oír confesiones durante el tiempo pascual y nada más. Para las vocaciones eclesiásticas Las vocaciones eclesiásticas disminuyen espantosamente y las pocas que se encuentran corren gran peligro de naufragar durante el servicio militar, obligatorio para todos. Medio eficacísimo para tener y conservar las vocaciones al Sacerdocio es la obra llamada de María Santísima Auxiliadora, recomendada y enriquecida con muchas indulgencias por Su Santidad el Papa Pío IX. Su finalidad es la de recoger jóvenes adultos de buena voluntad y dotados de las cualidades necesarias para tal fin. Obsérvese que, de cien jovencitos que empiezan los estudios con intención de hacerse sacerdotes, apenas llegan seis o siete a la meta; por el contrario, se ha observado que, de cien adultos, llegan al presbiterado unos noventa y tres. Ordenes religiosas Las órdenes religiosas atraviesan una crisis terrible. Hay que promover dos cosas: Reunir a los religiosos dispersos e insistir en la vida común y en la apertura de los respectivos noviciados. Los religiosos de vida contemplativa extiendan su celo a la catequesis de los niños, a la instrucción religiosa de los adultos y a oír sus confesiones. La Santa Sede debe ayudar, aconsejar, sostener y guiar las nuevas instituciones eclesiásticas para que puedan alcanzar su fin y así corresponder a la necesidad creciente de la Santa Iglesia, acometida y combatida de tan diversos modos. ((**It14.468**)) El Siervo de Dios no olvidó, en su largo coloquio con el Sumo Pontífice, a sus más insignes bienhechores, ni a sus colegios y a las personas más beneméritas de éstos. Por eso, su secretario estuvo muy atareado en los días que lo siguieron; pues tuvo que comunicar (**Es14.401**))
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