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((**Es14.40**) D'Espiney, le aconsejó los aires de Niza. La Condesa estaba, en enero de 1879, en aquella ciudad, pero no experimentaba ninguna mejoría;antes, al contrario, la postración general, la inapetencia, el insomnio, la intolerancia de cualquier esfuerzo, aun cuando se tratara de subir unos peldaños, le hacían la vida insoportable. Al enterarse de que don Bosco estaba en Niza, pidió y obtuvo audiencia el día 3 de febrero. Cuando vio al Beato se impresionó hondamente. Mandóle éste que tomara asiento y le rogó le explicara su enfermedad; la escuchó con paternal bondad y después, levantándose, le dijo: -Ciertamente no hay en esta tierra nada más precioso que la salud, pero no conocemos la voluntad de Dios con respecto a esto. Sin embargo, El ha prometido abrir la puerta al que llama; llamaremos, pues, tan fuerte que tendrá que abrirnos, porque así lo ha prometido. Usted curará para educar cristianamente a sus hijos. La Condesa se arrodilló para recibir la bendición de don Bosco y don Bosco, después de bendecirla, le habló de los hijos y la invitó también a ir a Turín para el 24 de mayo. Escribió ella en su relación: <((**It14.37**)) tiempo, pude dar con un pariente mío un paseo de doce kilómetros en menos de tres horas y casi sin parar>>. Su médico, después de comprobar la curación, extendió la detallada relación, que mencionamos antes, y puede leerse en otro lugar de este volumen 1. Quedan por narrar dos episodios ocurridos en Niza, que con toda probabilidad corresponden a este tiempo. El primero lo contaba el cardenal Cagliero, cuando quería hacer ver la eficacia de la mirada y la palabra de don Bosco. Después de una conferencia pronunciada en Niza, bajaba el Beato del presbiterio hacia la puerta, tan cercado por la gente, que no le dejaban caminar. Un individuo, de torvo semblante, estaba inmóvil mirándolo, como si maquinara algo malo contra él. Don Juan Cagliero no lo perdía de vista y estaba muy preocupado, porque don Bosco, que avanzaba lentamente, ya se acercaba a él. Por fin se encontraron frente a frente. Tan pronto como don Bosco lo vio, le preguntó: ->>Qué desea usted? 1 Véase Apéndice, doc. núm. 4.(**Es14.40**))
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