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((**Es14.378**) todo, con aquéllos, con cuya aportación personal y económica, y con sus oraciones han contribuido a empezar este sagrado edificio. Antes de que éste llegue a su término, tendremos todavía que hacer no ligeros sacrificios, pero vuestra caridad no menguará ni nos faltarán la protección de la gran Madre de Dios y los auxilios del cielo. En la vida y después en la muerte, tendréis la gratitud y las oraciones de los hombres. Los venideros alabarán vuestra fe y vuestro celo por la gloria de Dios y por la salvación de las almas, y Dios compasivo os asegura larga merced en la tierra, seguida de la gloria inmortal, que os tiene reservada en el cielo, haciendo así realidad sus palabras: No apartaré de él mi amor; a quien construirá una casa para mi nombre yo consolidaré el trono de su realeza para siempre>> 1. Después de la colocación de la piedra, el Obispo habló a los fieles, presentando la nueva iglesia como un baluarte para la defensa y custodia de la fe. Parece que don Bosco hizo una segunda parada en Alassio, de donde pasó a Sampierdarena 2. Allí llamó a don Miguel Rúa, con el que tenía muchas cosas que tratar. <>. Durante esta estancia ((**It14.440**)) en Sampierdarena, el Beato tuvo uno de aquellos gestos que tanto edifican y que manifiestan su genuino espíritu. Una mañana, al salir de su habitación a eso de las ocho, para ir a la iglesia, se encontró con un empleado que barría los pórticos y notó que, por su escasa aptitud o por su poca diligencia, no dejaba muy limpio el suelo. ->>Quieres ver cómo se hace para barrer bien?, le dijo. Y quitándole de las manos la escoba, barrió con toda calma casi un tercio del pórtico, mientras el barrendero miraba boquiabierto. ->>Has visto cómo se hace?, añadió, devolviéndole su instrumento de trabajo. Y después de saludarlo amablemente entró en la iglesia. A eso de la medianoche del día 11 de marzo, tomó el tren para Roma junto con el secretario don Joaquín Berto, a quien había mandado venir expresamente de Turín. Avisó su llegada telegráficamente don Miguel Rúa, y salió a recibirlos don Francisco Dalmazzo, que los llevó a Tor de'Specchi. Don Bosco visitó, aquella misma tarde, al cardenal vicario Mónaco La Valletta; a la mañana siguiente fue a ver 1 2 Sm 7, 15 y 13. 2 Carta de don Juan Cagliero a don Miguel Rúa, Marsella, 12 de febrero de 1880: <>. 3 Carta al Conde Cays, Gavi, 15 de marzo de 1880. (**Es14.378**))
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