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((**Es14.332**) deseo a las Superioras, las cuales la nombraron maestra de novicias, unos años después de su noviciado. Habría querido hablar de ello con don Bosco, pero la idea de habérselas con un santo la turbaba. Finalmente, un día de 1879, teniendo que acompañar a una colegiala al Cottolengo para visitar a una persona, le dijo: -Mientras tú estás aquí en el Cottolengo, yo voy a visitar el Oratorio de don Bosco. Cobrando ánimo, se presentó al Beato, el cual, después de oírla, le declaró que debía ir a las misiones. -Pero las Superioras no querrán darme permiso. -Pues bien, pida salir de esta Congregación, únase a nuestras religiosas en la próxima expedición para América, y en Buenos Aires ingrese y establézcase en la casa de las Josefinas fundada por vuestra Congregación de Pinerolo. Sor Clementina, consolada con estas palabras, pidió permiso a las Superioras para ir a las misiones; pero se le negó, porque era de gran ayuda para la comunidad, y porque las Josefinas de Turín no tenían ninguna casa en tierra de misión. A los pocos meses volvió a ver a don Bosco, a quien encontró en el patio del Oratorio, mientras se encaminaba a la iglesia. En seguida, le contó lo de la negativa y le pidió consejo. Don Bosco levantó los ojos al cielo y respondió: -íPaciencia! No añadió más y entró en la sacristía. A los pocos días, la monjita fue acometida por un extraño mal, que le causaba grandes sufrimientos y le impedía cumplir los múltiples encargos que le confiaban. Renovó la petición de ir a las misiones, pero sin resultado. Hacía diez años que le aquejaba el mal, cuando en 1889 solicitó salir de las Josefinas de Turín y poder ingresar en las de Chambéry. ((**It14.385**)) El afecto de sus Superioras se opuso a ello; mas, por fin, cedieron y fue admitida allí bondadosamente. Pero también allí oponíase la enfermedad a sus ardientes deseos misioneros, por lo cual, ni le pasaba por la mente hablar del asunto. Con la esperanza de proporcionarle un aire más conveniente, la Superiora la envió a la casa fundada en Roma por la Congregación; pero, agravándose la enfermedad también allí, le mandó volver. Mientras tanto, murió por aquellos días en Cristianía, hoy Oslo, la Superiora de un floreciente Hospital que, en esta capital, tenía la Congregación de las Josefinas de Chambéry para los católicos. Queríasela sustituir por una monja francesa; pero el Delegado Apostólico, informado del caso, contestó que de ningún modo. La Superiora de (**Es14.332**))
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