Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es14.328**) Superiores, y don Bosco asintió, hacer un préstamo de cien mil liras, a pagar después con la venta de la finca de Santa Ana en Caselle. De los apuros económicos que pasaba el Oratorio, encontramos más tarde una señal manifiesta en esta carta al caballero Carlos Fava: Ilmo. y queridísimo Señor: Ayer, al hacerme la generosa limosna en compañía de su Señora, me indicaba su intención para la iglesia de San Juan Evangelista. Aunque es grande la necesidad de esta iglesia, con todo, si usted me lo permite, dado que todavía hay bastantes muchachos con ropa de verano, emplearía dicha cantidad para remediar su urgente necesidad, que verdaderamente es vestir al desnudo. Renuevo mi agradecimiento por la caridad, que nos hace a mí y a estos pobrecitos y pido a Dios que derrame en abundancia las bendiciones del cielo sobre usted, (sobre) su señora esposa e hija, y tengo el honor de profesarme con profunda gratitud, De V. S. Ilma. y queridísima, Turin, 4 de diciembre de 1879. Su seguro servidor JUAN BOSCO. Pbro. Esta carta llevaba una posdata, en la que don Bosco manifestaba los efectos de un inconveniente frecuente ((**It14.380**)) en los colegios. El Caballero habíale rogado que revocara la amenaza de expulsión de un joven aprendiz; como respuesta le daba las siguientes explicaciones: P. D. He hablado con don Juan Branda a propósito del jovencito Peano, y me dijo que no hay ninguna orden en tal sentido. Observó únicamente que una tía del muchacho viene demasiado a menudo a verle y le hace promesas y regalos fuera del reglamento. Don Juan Branda le hizo observar que aquellos comestibles hacían que el alumno no hiciera caso de avisos y amenazas de castigos, y que, siguiendo de este modo, obligaría a los Superiores a enviarlo a su casa por Navidades. A lo que respondió la buena tía: Es demasiado pronto por Navidad, déjenlo al menos para después del invierno. Juzgaría por lo tanto muy oportuno que, si usted conoce a la tía, la avisara para que deje a los educadores en libertad de cumplir su papel; tanto más cuanto que el muchacho no necesita nada. pero, usted actúe como crea mejor en su prudencia. Hay otra cosa muy distinta que se refiere también al Oratorio. A lo largo de estas Memorias ya se ha hablado varias veces de la caritativa solicitud de don Bosco para volver al buen camino a pobres sacerdotes extraviados. Los recibía a veces en el Oratorio, los rodeaba de delicadas atenciones y no ahorraba medio alguno que considerara útil a este fin. Así sucedió en el verano de 1879 con el reverendo Marchet, (**Es14.328**))
<Anterior: 14. 327><Siguiente: 14. 329>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com