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((**Es14.307**) con los alumnos y tomando incluso parte en sus juegos, como veía hacer a los superiores. Le agradó mucho una velada en su honor. Partió con la íntima persuasión de que la obra de don Bosco era verdaderamente providencial para los tiempos que corrían. Casi un mes después, también monseñor Genuardi, Obispo de la diócesis, se dignó aceptar la hospitalidad de los Salesianos. Fue recibido con los honores que merecía su dignidad y festejado con la representación de una comedia en latín; lo cual dejó pasmados a cuantos estaban en condición de juzgar el caso. En fin, por todas partes se consolidaba en el lugar y se difundía por la isla la buena fama del colegio. Pero toda medalla tiene su reverso. Don Miguel Rúa había puesto sobre aviso a don Pedro Guidazio para que no diera excesiva importancia a las primeras impresiones 1; con el correr del tiempo los hechos justificaron el consejo. Hostilidades sectarias de delegados provinciales de enseñanza y de inspectores del Gobierno, frialdades de autoridades municipales y dificultades internas pusieron a dura prueba la firmeza del director, quien, con su habilidad personal y merced a la eficaz cooperación del fiel caballero José Vagliasindi, fueron siempre superadas victoriosamente. Dos prendas de seguridad había dado previamente don Bosco. Al despedir a don Pedro Guidazio, le había dicho: -No temas. En Randazzo harás muchas cosas estupendas. Don Bosco te bendice y rezará por ti. Y, bajo la inspiración de don Bosco, había sido expresada poco antes <> de que aquella primera casa abierta en Sicilia iría prosperando y llegaría a ser <> 2. Ambos auspicios han sido confirmados elocuentemente por los hechos. 1 Carta citada. 2 Bolletino Salesiano, enero de 1880, pág. 12. (**Es14.307**))
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