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((**Es14.302**) Viven en Randazzo familias muy distinguidas por tradiciones de sus antepasados, por sus cuantiosas rentas y por personas de elevada cultura; no es, pues, extraño que también allí se sintiera pronto la necesidad de proporcionar al público un grado de instrucción ((**It14.349**)) conforme a las exigencias de los tiempos. Ya desde 1862 el Ayuntamiento pensaba fundar un colegio, pero las dificultades eran muchas y fuertes. En 1867 se dio un primer paso que obtuvo del Gobierno la cesión, para este fin, del antiguo monasterio de los Basilios, pero la escasez de medios y el no saber a quién confiar la proyectada institución hicieron que llegase el 1878 sin haber resuelto nada positivo. Aquel año, unos prestigiosos ciudadanos, pasando por encima de todo prejuicio, se propusieron invocar la caritativa cooperación de una corporación religiosa. Tomando este propósito, quedaba por elegir la congregación a quien dirigir sus ruegos. Un día, el arcipreste don Francisco Fisauli fue a visitar al Obispo de Acireale, de quien depende Randazzo, y entabló conversación sobre los planes trazados y la dificultad de la elección. ->>Por qué no os dirigís a don Bosco?, -interrumpió Monseñor. ->>Don Bosco? >>Quién es ese don Bosco? ->>Cómo? >>No conoce usted a don Juan Bosco, de Turín? El arcipreste se encogió de hombros. Entonces el Arzobispo le contó brevemente su historia. Cuando aquél volvió a Randazzo entusiasmó a los amigos que, sin esperar a más, pusieron manos a la obra 1. Y empezó la laboriosa preparación. Quien actuaba era el arcipreste, hijo de una distinguida familia local; pero el animador, el inspirador, el alma de la empresa fue un noble y benemérito hijo de Randazzo, el caballero José Vagliasindi Romeo, el cual, especialmente en su calidad de consejero provincial, presentó el proyecto a las autoridades civiles, haciendo que lo aceptasen allí, donde las autoridades eclesiásticas jamás habrían conseguido ser escuchadas. Este noble caballero permaneció fiel a los Salesianos hasta los últimos días de su vida, constituyéndose en tutor y defensor del colegio contra viento y marea. Algunos no vieron en la institución más que la manera de conciliar las necesidades de la instrucción con los intereses de la hacienda; ((**It14.350**)) pero Vagliasindi, sin descuidar las ventajas intelectuales unidas a las materiales, tenía miras más elevadas y quería la educación cristiana de la nueva juventud. Joven entonces, pero muy influyente político 1 Carta del caballero José Vagliasindi a don Bosco, Randazzo, 16 de octubre de 1884. (**Es14.302**))
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