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((**Es14.27**) abate Guiol y lo demostraron los hechos. Hay que recordar, sin embargo, la gran habilidad de don Bosco para decir palabras que agradaran al oído de sus oyentes. Las visitas se sucedían casi sin interrupción. Hemos encontrado el relato de una en particular. Presentóse a don Bosco el señor Olive, marsellés riquísimo, el cual, aquejado de una enfermedad incurable, rogó que le bendijera ((**It14.21**)) y le obtuviese la curación. Propúsole el Beato un medio seguro para ello: consistía en ir al banco, sacar una cantidad proporcionada a su fortuna y llevársela a él. Que ello no era para él un gran sacrificio; pero que, aun cuando le tuviese que costar algo, era preciso inclinar la cabeza, pues se trataba de obtener un verdadero milagro. Pidió el señor algún tiempo para hablar del asunto con su señora. Pero don Bosco le dijo: -Si usted cree que es demasiado, usted verá; por mi parte, lo considero como condición indispensable. Pero Dios ve los corazones y sabe qué sacrificio puede ser el proporcionado... Si acaso no quisiera darme a mí la cantidad que le he dicho, dedíquela a cualquier otra obra pía o entréguela al Obispo, para que la reparta: ...Pero, si usted quiere curar, debe hacerlo así. Volvió varias veces el señor a don Bosco, pero no llegaba nunca a decidirse. Por fin, fue un día el Siervo de Dios a hablar con el señor Obispo, y recibió de sus manos dos mil quinientos francos de parte del señor Olive. Este no tardó mucho en volver a visitar a don Bosco, creyendo que había dado suficiente; pero aquello era una bagatela para sus posibilidades. Parece que la Providencia quería ayudarle a desprender su corazón de las riquezas. Don Bosco, como es natural, le dio las merecidas gracias por su limosna; pero, ante su insistencia por saber si podía esperar la anhelada gracia, le contestó: -íEscuche! La otra vez, cuando se le hizo la propuesta, yo veía que el Señor le escucharía; en cambio ahora ya no tengo la misma seguridad. Ruegue, no obstante, al Señor; puede que El en su infinita bondad le escuche, pero la cosa es difícil. El momento ha pasado y ya no vuelve. Jesús, dice la Biblia, pertransiit benefaciendo, y no mansit, (<> haciendo el bien, y no <>). >>Entiende este latín? Aquel señor comprendió, por desgracia, que tenía que quedarse con su enfermedad y así fue. Si las visitas le asediaban, no eran menos apremiantes los asuntos. <>. Una de las(**Es14.27**))
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