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((**Es14.262**) a cargo de don Bosco; y así lo entendieron ciertamente los lectores, pues es demasiado preciso el valor de la fórmula jurídica empleada. Ahora, nosotros hemos podido hacer con toda la necesaria comodidad, diligerites investigaciones en los archivos del juzgado de paz de Nizza, y al mismo tiempo que encontramos indicio de lagunas en los documentos, no topamos ni con la más ligera traza de haberse incoado proceso de ninguna clase. Sabemos, en cambio, por otra fuente, que se hicieron pesquisas de policía, como suelen hacerse cuando se difunden siniestras voces de crímenes ocultos; pero, después de los interrogatorios del padre con las consabidas amenazas para intimidar, se corrió el telón, et hic finis (y en eso quedó la cosa) 1. Sin duda, no podía agradar al autor o a ((**It14.302**)) los autores de tanto ruido que todo acabara de este modo en una pompa de jabón; nos explicamos, pues, las ganas de ocultar el chasco, incluso desnaturalizando los hechos. Una cosa daba apariencia de verdad a las afirmaciones de Giustina y era leer en sus artículos ciertos detalles que manifestaban en él un conocimiento preciso de la vida íntima, que se desarrollaba en el interior del Oratorio. Pues bien, la historia de este episodio no estaría completa, si no añadiésemos una palabra acerca de uno de sus informadores. Hacía tres años que vivía en el Oratorio un tal Ferraro, físico, naturalista y fotógrafo, siempre ocupado en experimentos sin resultado alguno, pero que costaban mucho dinero a los Superiores. Por fin, nuestro hombre despertó sospechas sobre su condición y fue puesto de patitas en la calle y entonces se descubrió que estaba afiliado a la masonería y con un grado elevado. El era el informador del periodista. Arcades ambo! (íDe la misma camarilla ambos a dos!) Sería ingenuo preguntar si don Bosco sabía o no que Foglino desertaba. Está fuera de toda duda que la determinación heroica de preferir el destierro al peligro de perder la vocación venía exclusivamente del clérigo; no menos cierto es que don Bosco dejaba hacer libremente. Pero >>quién no sabe qué clase de ley era la que condenaba al cuartel a los alumnos destinados a la casa de Dios? El hecho es que, a sesenta años de distancia, aquella ley ha sido reexaminada y corregida valientemente por quien gobierna a Italia, de acuerdo con la Autoridad eclesiástica, que la había condenado. Si nos hemos extendido un tanto sobre este episodio, buenas razones nos han inducido a ello. Ante todo, había que librar a don Bosco de la odiosa sospecha de violencia moral con daño de uno de sus súbditos. Además de esto, pertenece a la biografía de don Bosco todo 1 Carta de don Juan Bautista Lemoyne a don Bosco, Nizza (sin fecha). (**Es14.262**))
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