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((**Es14.181**)a dar el tono a la relación del Delegado, cuando la pidiesen las autoridades de Roma. El Delegado afirmaba que eran muy pocos los alumnos que podían conseguir ser admitidos gratuitamente y que los dos tercios, que salían por haber interrumpido los estudios o por haberlos terminado, volvían a la sociedad sin medios de fortuna, ya sin aptitud para los trabajos manuales, a que atendían antes, y con conocimientos insuficientes para emprender una carrera civil. Por estos dos motivos el Oratorio no era instituto de beneficencia. Pero don Bosco respondió preventivamente, y sin aparentarlo, en la memoria enviada al ministro 1. ((**It14.205**)) Cuando el Delegado proporcionó al Ministro estos informes, don Bosco se encontraba en Roma. Habrá hecho, sin duda, la parte que le correspondía con la mayor solicitud, pero no sabemos nada de la negociación hasta el 28 de abril, cuando la comisión se reunió por segunda vez. Queríase formular en el acto el parecer, fundándolo pura y simplemente en los informes del Ministerio, es decir, del Delegado. Pero un buen consejero, el barón Celesia, se disparó encolerizado, tomó la palabra y se opuso diciendo: ->>Cómo se entiende? >>Se pretende llegar a una sentencia definitiva, sin oír siquiera a la parte interesada? íSeñores, no estamos en Turquía! La franca observación tuvo el efecto deseado; el Presidente encargó a un consejero, el comendador Gerra, que redactara un parecer suspensivo 2, que en su parte sustancial resultó en estos términos: <(**Es14.181**))
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