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((**Es14.117**) a Roma. Se renovó en el Oratorio la escena del 1877. El día 15 por la tarde, primer día de la novena, apenas llegados, entraron en el santuario, donde tomaron parte junto con los jóvenes y los fieles en las piadosas prácticas marianas, oyeron en su propia lengua ardientes palabras de monseñor Estanislao Schiapparelii, canónigo del Corpus Christi, y entraron después en el Oratorio recibidos a los acordes de la banda y por don Bosco, y obsequiados con un refresco por los socios de la juventud católica de Turín, presididos por el conde Balbo. El recibimiento se hizo bajo los pórticos, engalanados como en las fiestas, rodeados de los aplausos de la multitud de alumnos internos y externos. Algunos se levantaron a hablar; por don Bosco lo hizo el conde Cays; el último fue el padre Picard, segundo Superior General de los Asuncionistas. Con elocuencia y afecto dio gracias a todos, dijo cosas hermosas del Papa y, después, volviendo a los encomios tributados por los anteriores oradores a los peregrinos, se dirigió a don Bosco, exclamando: Voici le roi des PŠlerins ( íEste es el rey de los peregrinos! ). Y añadió: Puede decirse de don Bosco que está en continua peregrinación no sólo por sus frecuentes visitas a las casas de Italia y Francia; sino que, se multiplica a sí mismo y envía a sus hijos adonde no le es posible ir en persona. Y nosotros vemos a estos sus peregrinos ir por el mundo y ((**It14.128**)) pasado el Océano, penetrar en las inhóspitas regiones de las Pampas y de Patagonia. Concluyo con estos deseos en nombre de mis compañeros. Que la Obra de las Peregrinaciones se mantenga, crezca y se dilate. Nuestra Francia está también sembrada de preciosas reliquias, y milagrosos santuarios. Invito, pues, a la sociedad turinesa de la juventud católica a promover peregrinaciones a nuestra tierra. Os esperamos, hermanos, en París, en ese París que, pese a ser llamado la moderna Babilonia, encierra también en su seno, lo mismo que la antigua, celosos seguidores del verdadero Dios, valientes adoradores de Jesucristo, hijos devotísimos de María. Sí, allá os esperamos para devolveros la caridad y cortesía, con que aquí nos tratáis en esta vuestra devota Turín. >>Cuál es el segundo deseo? íAh! Quiera el Cielo hacer que pronto un nutrido grupo de Salesianos, capitaneados por don Bosco, venga a implantar en nuestro París un centro, émulo de éste. Nosotros le prepararemos el camino con la palabra y la oración. Cuando salieron del Oratorio, estaba ya bien entrada la noche, y se dirigían por grupos a los albergues, guiados por los socios de la Juventud Católica 1. En un artículo de un corresponsal del 16 de mayo, 1 Bollettino salesiano, junio 1879. (**Es14.117**))
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