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((**Es13.849**) en París por la diferencia de nacionalidad. Precisamente, a causa de esta dificultad, nosotros necesitamos sobre todo el aliento del señor Cardenal que, como Superior Eclesiástico de la diócesis, puede ((**It13.1002**)) solamente él darnos esta fuerza moral, siempre tan necesaria en las obras de Dios. Estos son los deseos de nuestro Superior y éstos deben ser los de los Salesianos que irán a trabajar en el campo que se nos abra en París. Ruégole, mi buen abate, si usted tiene ocasión, de ponernos a todos nosotros a los pies de S. E. y asegurarle la perfecta sumisión que queremos testimoniarle. Le ruego acepte las más vivas manifestaciones de reconocimiento que don Miguel Rúa y yo conservamos, por todas las pruebas de benevolencia que nos ha dado, con la esperanza de poder demostrárselo siempre que se presente la ocasión: Renovando mis más atentos sentimientos, tengo el honor de profesarme Turín, 13 de marzo de 1879. Su atto. y s. s. C. CAYS 61 (El original en francés) Tomado de <>, de Bastard Capítulo X. Turín, Oratorio de San Francisco de Sales Una de la más hermosas y nobles misiones cristianas que se han impuesto sobre esta tierra es, sin duda alguna, la del Rvdo. don Bosco, fundador de la Congregación de San Francisco de Sales. Este bravo sacerdote comenzó en 1841, en una salita contigua a la iglesia de San Francisco de Asís, con una sencilla clase de catecismo en los días festivos a unos cuantos muchachos abandonados. El primer recogido atrajo a otro, y así llegan, a continuación, a los ochocientos internos que en la actualidad llenan la casa madre. A medida que el establecimiento prosperaba, se dejaba sentir allí dentro una necesidad más imperiosa de ampliación y, en 1845, el Rvdo. Bosco escogía en Valdocco, lugar suburbano y solitario, el emplazamiento que convenía a su Oratorio. El fin principal de Establecimiento ha sido, por tanto, el de proporcionar un albergue a los muchachos pobres, cuya vida se reduce a arrastrar sus andrajos por las calles, a pedir limosna al transeúnte y a pasar el tiempo en medio de continuos y abyectos fines. Por negligencia o por miseria, por vicio o por pereza, a menudo por cálculo, los padres les dejan arrastrar esta infame existencia, empujándolos y hasta obligándolos a veces. Un muchacho ocupa mucho lugar en la casa. Por eso se le pone en la calle y que vaya adelante 1. ((**It13.1003**)) Por falta de consejos oportunos y totalmente privados de cuidado, no encontrando en derredor más que ejemplos malsanos, miseria afrentosa, vegetando en el arroyo y en el barro, se enfangan inconscientemente en las más inmundas depravaciones y se convierten en jóvenes miserables, bribones con la cárcel y el patíbulo enfrente, como apoteosis de su odisea. 1 Parodia de L'Assommoir. (**Es13.849**))
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