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((**Es13.79**) milagrosamente, durará en los siglos venideros y encontrará siempre coadjutores y cooperadores siempre que se trabaje por promover el espíritu de piedad y de religión, pero especialmente de moralidad y castidad. Yo tendría, siguió diciendo el Padre Santo, todavía muchas otras cosas que deciros, pero me encuentro cansado. Contadme vos alguna historieta. Después pasamos a otras cosas. ((**It13.83**)) Ahora recomiendo a alguno de vosotros, que tenga buena memoria, que recoja por escrito lo que he dicho; yo repasaré con gusto el escrito, añadiré todavía alguna cosita y esto se tendrá como un memorial de gran importancia para la Congregación. Pero nunca se olvide guardar celosamente la moralidad. La gloria de nuestra Congregación consiste en la moralidad. Sería una desgracia si se obscureciera esta gloria, porque los salesianos degenerasen. El Señor desbarataría la Congregación, si decayéramos en la castidad. Es ésta un bálsamo que hay que esparcir por todos los pueblos y promover en todos los individuos, porque es el centro de toda virtud. Ahora no me queda más que alegrarme en el Señor porque con tantos gastos estamos casi sin deudas y, por el momento, no tenemos ningún gasto apremiante. Es algo que debe causarnos una grande y grata satisfacción. Tengo que alegrarme con vosotros que trabajáis y habéis trabajado y que mantenéis firme voluntad de perseverar en el trabajo. Tengo que dar gracias a María Santísima porque siempre nos ha asistido. Como Superior de la Congregación agradezco a los directores los trabajos personales y morales. Y les digo: llevad a vuestras casas estas mis palabras de aliento y mi acción de gracias; y decid a todos que estoy satisfecho de ellos, que su padre no es indiferente a lo que ellos han hecho y sufrido; decidles que él se recomienda al mismo tiempo, a fin de que todos tengan a bien prestar el óbolo del sacrificio de sus fuerzas, que les ruega nos unamos todos para salvar nuestras almas y las de los otros y aumentar en el corazón la piedad y la virtud, para acrecentar el número de los salesianos y de aquellos que nos encontraremos en el reino de la gloria. La conferencia general no señaló el fin de las conferencias particulares, como sucedía en años anteriores; sino que éstas continuaron y fueron todavía cuatro. La primera, del día 7, fue presidida por don Miguel Rúa; su objeto principal era señalar el tiempo y los predicadores de los ejercicios espirituales para los alumnos de los diversos colegios, pues era muchísima la importancia que se les daba para la buena marcha general. El presidente comunicó después muchas normas de prudencia para lograr que los ejercicios produjeran los efectos deseados. La segunda conferencia del mismo día se celebró bajo la presidencia del Beato, el cual, después de examinar la propuesta de enviar a unos salesianos para dirigir espiritualmente el hospital de la Consolación, ((**It13.84**)) contó el sueño acerca de la muerte de Pío IX, que hemos referido en el primer capítulo del presente volumen. El día 8 don Bosco sólo apareció al término de la conferencia de la tarde. La mayor parte del tiempo de la mañana y de la tarde se (**Es13.79**))
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