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((**Es13.715**) 12. Al Barón Carlos Rizzi Des Ferres Muy querido señor Baron: He recibido su carta con la lismona de cien liras. Ya están celebradas las dos misas, según su intención. El conde Cays ha tenido un memento particular para. la curación de su hija religiosa. Ahora se está haciendo una novena especial en la casa de Sampierdarena. Estoy de acuerdo con usted: en esta clase de enfermedades, hay que contar bastante más con la ayuda del Señor, que con la ciencia humana. Roguemos. Aquí se reza todas las mañanas y todas las tardes ante el altar de María Auxiliadora. Yo tengo mucha esperanza. Le incluyo un trocito de tela de la sotana de Pío IX. >>Quién sabe si, entre las maravillas de aquel Pontífice, podremos enumerar también la curación de su hija? Que Dios le bendiga, señor Barón, juntamente con toda su familia, y de un modo particular a la buena religiosa enferma. ((**It13.844**)) La Santísima Virgen, Salus infirmorum, obtenga de su divino hijo Jesús la gracia que pedimos. Ruegue por mí, que soy de todo corazón en J. C. Turín, 24 de septiembre de 1878. Su atto. y s. s. JUAN BOSCO, Pbro. 13. Al señor Antonio Massara Era secretario municipal de BianzŠ (Novara), cuando en 1891 comunicó esta carta y las dos siguientes a don Miguel Rúa. En su juventud, había sido seminarista. En ésta le responde don Bosco sobre asuntos de conciencia. Muy querido en J. C.: Tu franqueza al escribir demuestra tus buenos deseos y me anima a hablar con toda confianza. Dios es grande, Dios es misericordioso. A veces no pensamos en él, pero él piensa en nosotros y, al vernos huir tan lejos, nos da una palmadita a las espaldas, nos detiene y nos hace volver a él. >>No es verdad? Sea, pues, en todo momento bendito el Señor y adorados sus decretos. Si tu salud te permitiese reanudar los estudios, te aconsejaría seguir adelante hasta el sacerdocio. Si te gustase la vida retirada en comunidad y quisieras venir conmigo, yo te incluiría entre mis queridos y amados hijos. Mientras tanto, la oración, el trabajo, la mortificación y la confesión y comunión frecuentes, te ayudarán a salir vencedor del antiguo enemigo de tu alma. Todo lo demás no se puede confiar al papel. Adiós, querido, Dios te bendiga. Ruega por mí, que siempre seré tuyo en J. C. Turín, 26 de septiembre de 1878. Afmo. amigo JUAN BOSCO, Pbro. (**Es13.715**))
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