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((**Es13.703**) Congregación. Sin embargo, las cosas no marchaban fácilmente como el curso anterior, porque los alumnos pasaban del centenar. Al principio le sucedió un caso de insubordinación. Un muchacho, destinado a la primera inferior, no quiso ir a ella y los superiores no actuaban. El maestro, después de haberle exhortado inútilmente a obedecer, se le acercó, le agarró con ásperos modales y lo sacó fuera del banco. Pero el bribonzuelo, que hacía poco que había entrado en el Oratorio, levantó las manos como para pegarle. Entonces Vacchina lo agarró de la solapa y lo echó fuera de clase, diciendo: -íNo volverás a entrar, si no pides perdón! El consejero escolástico lo envió de nuevo a clase, pero el maestro lo puso a la puerta; volvió el prefecto ((**It13.830**)) a enviarlo, pero aquél volvió a echarlo; envióle también el Director, pero erre que erre, el maestro se mantuvo tieso. Entonces don Bosco le mandó llamar y le preguntó: ->>Por qué has resistido a los Superiores? Esto no marcha bien, >>comprendes? -Oiga, don Bosco. El muchacho ese se volvió contra mí, amenazándome delante de todos los alumnos, que quedaron escandalizados. Tengo ciento diez alumnos y no se puede bromear, si quiero estar en mi sitio. Los superiores saben los sucedido y conocen la condición, que no me parece injusta. >>Por qué no le hacen obedecer? -Pero tú le has puesto las manos encima, y quien pone las manos encima, pierde el derecho a tener razón. -Si no hubiere obrado así, no habría salido. Yo no siento ningún rencor contra él, más aún, le aprecio. Pero él debe reparar el mal cometido y el escándalo dado. Con una clase tan numerosa, con discípulos aún mayores que yo, no puedo transigir. -Pero si presenta excusas, no le mortificarás... -No, don Bosco. Deseo que venga, y me duele en el alma todo lo que he hecho con los Superiores. -Pues bien, envíame al muchacho. El muchacho, después de oír las exhortaciones de don Bosco, obedeció de buenas maneras, entró en clase y, a partir de entonces, siempre se portó afectuosamente con el maestro. Durante el curso escolar 1878-79 se le asignó a Vacchina el segundo curso de bachiller, con ciento treinta alumnos, bastante mal preparados; entre los que habían subido de la primera inferior había bastantes no aprobados, y de los de la primera superior solamente estaban los que no eran aptos para saltar al segundo curso, como se decía en la jerga corriente. Una clase, en fin, que presentaba serias dificultades. Después de las primeras semanas no sabía el maestro a qué santo (**Es13.703**))
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