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((**Es13.681**) jóvenes que eran aquí espejo de santidad, perdieron la vocación, por no haber empleado las debidas atenciones en esto, y ahora son piedra de escándalo para el prójimo en el mundo. Sepamos, pues, tener a este miserable cuerpo mortificado y no satisfecho y así no recalcitrará y viviremos tranquilos y felices en la paz de Dios. Las tres cosas arriba señaladas son otros tantos medios negativos para conservar la castidad; esto es, son cosas que, si las evitamos, nos libran de los peligros de caer en ciertos pecados. San Felipe Neri añade todavía dos cosas que son los medios positivos, que, si se practican, colocan a la bella virtud sobre una base sólida; y son la oración y los santos sacramentos. 4.° La oración. Con esta palabra se entiende toda suerte de plegaria, ya sea mental, ya sea vocal; las jaculatorias, las predicaciones, las lecturas espirituales. El que ora supera seguramente toda tentación por fuerte y vigorosa que sea; el que no ora, está en peligro próximo de caer. La oración debe ser para nosotros algo muy querido. Es como una arma, que debemos tener siempre preparada para defendernos en el momento de peligro. Yo recomiendo esta oración especialmente por la noche cuando se va a dormir. Es uno de los momentos más peligrosos para la bella virtud. Cuando uno no puede dormirse en seguida, el demonio suscita muchas imaginaciones malas; trae el recuerdo de lo oído, visto y hecho durante el día. Para oponerse a los peligros de este demonio nocturno hay que empezar por hacer el silencio de la noche, rezar las oraciones: déjese de pasear bajo los pórticos o por el patio. El que no se duerma en seguida, recite alguna oración, repita alguna jaculatoria: los sacerdotes digan algunas de aquellas bellísimas oraciones del oficio: Salva nos, Domine, vigilantes, custodi nos dormientes, ut vigilemus cum Christo et requiescamus in pace... Visita, quaesumus, Domine, habitationem istam et omnes insidias inimici ab ea longe repelle (Sálvanos, Señor, vigilantes, guárdanos mientras dormimos, para que vigilemos con Cristo y descansemos en paz... Visita, Señor, esta habitación y aleja de ella las insidias del enemigo); recítese el Miserere, el De profundis o cualquier otro salmo, las letanías de la Virgen, y, rezando así, nos dormiremos en el Señor. Y, si acostumbramos a dormirnos en seguida, armémonos preventivamente, haciendo la señal de la cruz, >>Hay quien se despierta de noche? Rece, bese el crucifijo o la medalla, especialmente la de María Auxiliadora que os recomiendo llevar al cuello. En estas circunstancias, se ve constantemente que el que ora vence y el que no ora, cae en el pecado. Creo que cada uno deberá decirse a sí mismo: mientras recé, no caí; empecé a ir mal, cuando dejé de rezar. íOh! Hagamos también nosotros la oración que José, llamado precisamente el casto, hizo, cuando la mujer de Putifar quería arrastrarlo al mal. ->>Cómo puedo yo hacer este mal en presencia de mi Dios? >>No sabemos que Dios nos ve: >>Cómo nos atreveremos a hacer un pecado tan grande en su presencia? José conocía muy bien las graves consecuencias que le sobrevendrían después de aquella negativa; sabía que se le llevaría a la ((**It13.804**)) cárcel y se vería, quizás, condenado a muerte, porque aquella poderosa y malvada mujer le había calumniado criminalmente; pero el pensamiento de que Dios está presente y ve todas nuestras acciones, no le permitió desviarse del sendero de la virtud. Hagamos también nosotros esta oración, renovemos con frecuencia este pensamiento en nuestra mente y se apartará de nosotros el deseo de pecar. Hay que pensar, además, que somos criaturas, imágenes de Dios; que el Señor es nuestro Dueño, que ve toda acción, todo pensamiento; que somos cristianos católicos, es decir, seguidores declarados de Jesucristo y que los sacramentos han santificado nuestro cuerpo; que somos religiosos y, por tanto, estamos ligados al Señor con doble vínculo; que somos sus ministros y, por consiguiente, estamos unidos de un modo especialísimo a su santo e inmaculado servicio, que (**Es13.681**))
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