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((**Es13.666**) cambio, ayudados por los socios de las Conferencias de San Vicente de Paúl, aunque con medios infinitamente menores, pero con grandísima confianza en Dios se ciñeron a la empresa y triunfaron. Se habían ya discutido y elegido diversos proyectos para dar forma estable y un lugar adecuado a la escuela de artes y oficios, hasta que se presentó a don Francisco Bodrato una comisión de ciudadanos que había levantado ocho años antes una hermosa iglesia, dedicada a san Carlos, en el suburbio de Almagro, en la que había colocado capellán, sacristán y maestro elemental, pero sin lograr nunca que las cosas fueran adelante de manera satisfactoria. Faltos de medios y cargados de deudas, acudían los administradores a ofrecerle la iglesia, para que los Salesianos empezasen a actuar en ella. Como al padre Bodrato le parecieron algo gravosas las primeras condiciones, iba retardando la cosa; pero cuando se interpuso el Arzobispo y se ofreció el doctor Carranza a concurrir comprando dos terrenos adyacentes, se decidió a cerrar el contrato. Los Salesianos se pusieron inmediatamente a celebrar las funciones religiosas de la iglesia y a construir al lado. Al principio era muy poca la gente que acudía, pero las ceremonias de la semana santa despertaron la piedad de los fieles, que, a partir de entonces, siguieron acudiendo al templo cada día más. Estaban tan satisfechos con los recién llegados, que suplicaron a la autoridad eclesiástica convirtiera la iglesia en parroquia. En el mes de julio les fue concedido el favor, y don Esteban Bourlot fue nombrado párroco. Aquel mismo mes, añadió don Francisco Bodrato un curso de latín a las clases elementales que provisionalmente se daban en locales arrendados, y a donde también se habían mudado los aprendices; aquello fue el germen de varias vocaciones. Después, en agosto reunió allí mismo un grupo de novicios, organizando como se pudo el noviciado 1, bajo la dirección de don José Vespignani. ((**It13.786**)) La primera piedra para el edificio del colegio se colocó a principios de marzo; a continuación siguieron los trabajos, tan rápidamente que, seis meses después, ya era habitable una parte considerable del mismo; tan habitable que se inauguró el primero de septiembre. Tomaron posesión de él los aprendices de la antigua casa y se encontraron bastante organizados los talleres de sastrería, zapatería, encuadernación y carpintería: no tardaron mucho en llegar las máquinas para la tipografía. El instituto se denominó Escuela de Artes y Oficios, y estaba dedicado a Pío IX, cuyo recuerdo pervivía aún en los argentinos católicos. 1 Véase, vol. XII, pág. 233. (**Es13.666**))
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