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((**Es13.442**) introdujo modificaciones, borró cosas superfluas y suprimió todo lo que podía tener algún resquemor político. Lo mismo en las biografías que en su prólogo, donde traza una rápida reseña de los cardenales, recoge y presenta la nota característica de cada uno; se observa su cuidado por poner de relieve sus cualidades sacerdotales, especialmente la piedad, la caridad y el celo. Envió un ejemplar de esta obrita, elegantemente encuadernada, a ((**It13.516**)) todos los cardenales y a varios prelados de la corte pontificia; pero, sobre todo, envió uno al Padre Santo, presentándolo con esta carta: Beatísimo Padre: La divina Providencia dispuso, Beatísimo Padre, que me hallase en Roma cuando sucedían los grandes acontecimientos de la muerte del llorado Pío IX y de la gloriosa elevación de S. S. al trono pontifical. En aquella solemne ocasión, me apresuré a recoger las principales noticias que podían interesar al cristiano, con ánimo de publicarlas para bien espiritual de nuestros alumnos estudiantes y aprendices y también de los fieles que quisieren aprovecharlas. Me atrevo a presentar un ejemplar de este humilde trabajo a S. S., que es el tema de todo el libro. Siento mucho no ser capaz de hablar dignamente de Vuestra augusta Persona y de lo que a S. S. se refiere, por lo que le pido benigna indulgencia. Dígnese, sin embargo, aceptar la buena voluntad del autor, que con este escrito sólo pretende dar una prueba de profundo respeto, gratitud y grandísima veneración al que es cabeza suprema de la Iglesia. Uno, a este humilde homenaje, el de todos los salesianos y sus alumnos, que cada día elevan oraciones especiales al Señor, pidiéndole conserve muchos días la preciosa salud de S. S. Dígnese, como humildemente suplico, impartir su apostólica bendición sobre ellos y especialmente sobre este pobre escribiente que tiene por uno de los más bellos días de su vida siempre que puede profesarse, De S. S. Turín, 11 noviembre 1878. Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. Le respondió, como es costumbre, la Secretaría de Estado con una carta firmada por el cardenal Nina. Decíase en ella, entre otras cosas, que el Padre Santo había visto en aquel trabajo <>. Pero antes ya había sabido don Bosco, de buena fuente, que el Papa había mandado colocar el opúsculo sobre su mesa, diciendo al que lo llevaba: (**Es13.442**))
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