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((**Es13.440**) partes; anteriormente habían ido a Fossano, a Alba y Cúneo, llamados por los obispos de las tres diócesis. Ahora, siguiendo lo hecho hasta aquí, deberíamos terminar el capítulo, publicando el resto de la correspondencia epistolar de don Bosco en Roma; pero el número de cartas sería enorme: así que remitimos a los lectores al final del volumen 1. Ellas solamente nos dan noticia de los sucesos y nos faltan elementos seguros para ilustrarlas; como la visita a los hermanos de Albano y Ariccia en enero, la ida a Magliano en febrero, la violación del secreto postal en sus relaciones por parte del Gobierno y algo más. En general, el que desee conocer más a fondo al Siervo de Dios, no puede dispensarse de leer su epistolario. Durante las últimas semanas de su estancia en Roma el Beato don Bosco ideó un trabajo muy útil y oportuno. Se propuso redactar un librito, que enseñara de una forma popular a los fieles cómo se hacía la elección de un Romano Pontífice, que diera a conocer al nuevo Pontífice y sirviese para perpetuar el recuerdo del fausto acontecimiento, cuya resonancia había llenado el mundo. Como para don Bosco era una sola cosa el concebir un plan bueno y buscar la manera de realizarlo, se puso enseguida a ello. Ninguno mejor que él, para indicar qué se proponía al redactar la pequeña monografía. Dice él mismo en el prólogo: ((**It13.514**)) La subida de un Papa al trono pontificio constituye un suceso de gran importancia para todos los católicos. Con él adquieren los obispos su cabeza y director supremo, la gran familia de los creyentes tiene de nuevo el padre perdido, y el mundo católico ve, con sus propios ojos, cómo se cumple un gran suceso, que asegura la constante y nunca interrumpida visibilidad del Romano Pontífice, desde san Pedro hasta el actual León XIII. De modo que, si se pregunta de quién ha recibido este Pontífice la autoridad que ejerce, las verdades que enseña y la fe que propone, él responde que las ha recibido de su antecesor Pío IX, y éste de otro Pontífice, y así, de la mano del uno a la del otro, se remonta hasta el Príncipe de los Apóstoles, constituido por el mismo Jesucristo como cabeza suprema de la Iglesia y Pastor de todos los demás Pastores. Todos los católicos serían felices si pudieran asistir, ver, observar y darse cuenta de los detalles de un suceso tan solemne e importante. Pero, como sólo pueden lograrlo unos pocos, creo que hago algo grato a todos exponiendo aquí este acontecimiento extraordinario con algunos detalles. Así, los que estuvieron presentes, podrán conservar mejor un recuerdo permanente, y los demás tendrán al menos comodidad de leer lo sucedido. Lo hago muy a gusto porque expongo lo que vieron mis ojos. Por tanto, manifestaré cuanto precedió y acompanó a la elección del nuevo Pontífice León XIII, y a continuación seguirán sus rasgos biográficos, y un apéndice con 1 Las dirigidas a don Miguel Rúa están en el apéndice, doc. n.° 39; otras aparecerán en el último capítulo. (**Es13.440**))
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