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((**Es13.416**) con energía, día y noche, preparando alojamiento para unas cuatrocientas personas, según las normas prescritas por los sagrados cánones. Ya los cardenales eran sesenta y uno; excepto el Cónclave de Gregorio XV, en el que entraron sesenta y siete cardenales, ningún otro había sido tan numeroso. Entonces había que improvisarlo todo en poco tiempo y espacio, pues, antes, los Cónclaves se celebraban en el palacio del Quirinal, que en la parte del grandioso edificio romanescamente llamada manga ancha, ofrecía las comodidades indispensables para el alojamiento de los cardenales y de sus conclavistas. Las obras procedían bajo la dirección del Camarlengo de la Santa Iglesia Romana, el cardenal Joaquín Pecci. Pues bien, don Bosco se encontró en un rellano de la escalera con un prelado y el que le servía de guía le dijo de repente: -Aquí tiene usted al cardenal Camarlengo, el Eminentísimo Pecci. Don Bosco miró a la cara al Purpurado, se acercó a él y con acento filial, le dijo: -Vuestra Eminencia permitirá que bese su mano. ->>Quién es usted que se acerca con tanta autoridad? -Soy un pobre cura que ahora besa la mano a Vuestra Eminencia, suplicando con firme esperanza que, dentro de pocos días, pueda besarle el sagrado pie. -Mire bien lo que hace; le prohíbo rezar por lo que dice. ((**It13.485**)) -No puede prohibirme que pida a Dios lo que a El place. -Si reza usted en este sentido, le amenazo con las censuras. -Todavía no tiene autoridad para infligir censuras; cuando la tenga, sabré respetarla. ->>Pero, quién es usted que me habla con tanta autoridad? -Soy don Bosco. -Por favor, no diga más. Es hora de trabajar y no de bromear. Y, así diciendo, el Cardenal se metió en otros apartamentos para dirigir y poner las cosas en su lugar 1. Lo que dijo don Bosco se cumplió. Los Cardenales comenzaron el escrutinio el 19 de febrero y el 20 por la mañana el Cardenal Pecci era elegido Sumo Pontífice. Tomó el nombre de León XIII, en memoria de León XII, al que siempre había profesado grandísima veneración. Fue sorprendente que, apenas se publicó la elección, todos, amigos y enemigos se concertaron para aclamarlo; incluso el Canciller 1 Sac. JUAN BOSCO. Il piú bel fiore del Collegio Apostolico, págs. 57-8, Turín, Tip. Salesiana, 1878. (**Es13.416**))
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