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((**Es13.401**) dependencias. A cambio de ello, don Bosco consideraba saldado totalmente su crédito, lo mismo en el caso de que se sirviese del apartamento durante todo el plazo de treinta años, que si se sirviera de él un tiempo menor o que no lo emplease en absoluto. Se firmó la correspondiente escritura en el mes de marzo siguiente 1. No imaginen los lectores que se trataba de una gran vivienda: una portezuela daba acceso desde la calle a una escalerita angosta y deteriorada, que conducía a cinco cuartuchos estrechos y bajos, donde el calor del verano ahogaba y el frío del invierno hacía tiritar. ((**It13.466**)) Aposentado en la pobre morada, don Bosco pasó la primera semana, yendo de un lado a otro para conocer los sentimientos de los cardenales acerca de sus disensiones turinesas, y para informarse sobre los términos exactos de las acusaciones que se le hacían. De manera muy confidencial, le comunicaron algunas cartas importantes, tres de ellas dirigidas a Pío IX. En una se decía que don Bosco empujaba a los muchachos a quedarse en su Congregación, sin examinar si tenían vocación o no, sino que, al contrario, los ponía en la imposibilidad de emprender otra carrera. En otra se acusaba al Beato de que no hacía ningún caso de los sagrados cánones, antes al revés los violaba francamente, con tal de aumentar el número de los suyos. En la tercera se afirmaba que, entre los salesianos, no había orden ni disciplina y que se insinuaba a los súbditos el desprecio de sus Obispos. Conocidas éstas y otras faltas de las que se le acusaba, que ya conocemos en parte, el Siervo de Dios se dedicó a recoger y ordenar el material para una defensa eficaz. Su secretario tuvo que escribir muchas cartas a todos los que estaban en condición de enviarle alguna relación sobre los hechos de que le acusaban; algunos amigos de don Bosco que supieron el motivo de su viaje a Roma, espontáneamente le enviaban relaciones acerca de las reuniones de Turín y de todo lo que suponían era de alguna utilidad para su causa. En Turín trabajaban en favor de don Bosco el padre Rostagno 2 y don Juan Bautista Bertagna, redactándole notas defensivas con todo el aparato jurídico necesario. Escribía don Joaquín Berto a don Miguel Rúa el 30 de diciembre sobre el padre jesuita: <>. El que había sido director de las conferencias 1 Véase, Apéndice, doc. n.° 34. 2 Don Bosco había llevado consigo un escrito de este doctísimo amigo, en el cual trataba la cuestión mayor desde el punto de vista verdadero, de modo que aquellos consejos podían serle útiles al presentar las cosas ante las Congregaciones Romanas (Apéndice, doc. n.° 35). (**Es13.401**))
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