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((**Es13.378**) El día 28 por la noche comunicó don Bosco a los estudiantes una novedad. En las conferencias de Lanzo habíase deliberado que, a la vuelta de los muchachos de vacaciones, empezase el curso con un triduo de predicación vespertina. En el Oratorio se eligieron para ello los tres días anteriores a la fiesta de Todos los Santos. El motivo por el que os he reunido y he venido aquí es el de saludaros a todos y deciros unas palabras después de las vacaciones. Voy a empezar dándoos una buena noticia reciente, acabada de suceder. He recibido hoy, poco antes de la cena, un telegrama de don José Ronchail en el que anuncia la apertura de una nueva casa. Está cerca de Niza, en la ciudad de Cannes, pero tenemos que abrir el camino ((**It13.439**)) para fundar otras en Marsella, La Navarre, Burdeos y distintas ciudades de Francia. Y, más adelante, por todo el litoral hasta Barcelona, después en Utrera, en Sevilla y en otras ciudades de España. A continuación daremos un salto largo, largo, hasta Río de Janeiro, Montevideo, un salto que tarda quince días en hacerlo un barco, navegando sin parar día y noche. Y ícuántas misiones más se abren ante nosotros, cuántas peticiones de salesianos para fundar nuevas casas y colegios! Por consiguiente, necesitamos que lleguéis a ser buenos sacerdotes, buenos maestros, buenos adalides de la fe, que puedan enviarse acá y allá por el mundo a hacer el bien; porque yo estoy convencido de que todos habéis venido con la intención de haceros santos. Pero lo que me interesaba deciros era esto. Habéis vuelto todos de vacaciones, y no había barro por el camino. Pero, si no había barro, puede que hubiera polvo, y que haya quedado alguna mancha en vuestros vestidos. Cuando llega un forastero, que viene de lejos, se le mira en seguida por encima y, si su traje está salpicado de lodo o de polvo, se limpia muy bien con el cepillo. Eso quiero hacer yo, y hacedlo antes vosotros. Todos habéis pasado unas vacaciones más o menos largas, y por eso estáis como los que llegan de un viaje. Mirad y ved si están bien limpios vuestros vestidos. Pero yo no me refiero al vestido material, sino al moral, al espiritual. Mirad si ha quedado en vuestra alma alguna mancha de las vacaciones pasadas, miradlo bien y después: mala corrige, bene facta serva (corrige lo malo, guarda el bien que has hecho). Quitemos todo lo malo que hemos traído con nosotros, para que no siga dañándonos a lo largo del ano y conservemos lo bueno que hemos traído para que nos ayude a progresar en la virtud y perseverar en ella. >>Qué es lo bueno que habéis traído? Uno me dijo que el párroco le había dado en casa este recuerdo: -Todo minuto de tiempo es un tesoro, y cada minuto bien empleado será un tesoro que ganarás. Otro joven, un aprendiz, me contó que su padre le había dicho: -Procura adelantar en tu oficio, que luego el ser rico o ser pobre no depende de ti, pero, con tu oficio, habrás adquirido una especie de vaquería que va siempre contigo, y con ella tendrás para vivir siempre. Así le decía una madre a un hijo que salía de casa: -Que seas devoto de la Virgen. Me gusta que se me digan las cosas buenas oídas en vacaciones; me alegro de ello, y deseo que las aprovechéis. Pero, si se viese que se ha traído de casa algo malo, por ejemplo una mala costumbre, una inclinación a la murmuración o la desobediencia, entonces corrige. (**Es13.378**))
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