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((**Es13.338**) escandalosas, lo que se hubo de ((**It13.390**)) deplorar desgraciadamente tan pronto como apareció en los diarios el llamamiento de los canónigos, que la Congregación Salesiana había sido aprobada por el Padre Santo y, por tanto, había que respetarla, se desmintió la calumnia de que don Bosco hubiera aprobado la carta anónima, y, tras una animada discusión, se concluyó proceder a votación secreta, si convenía o no, imitar el ejemplo de los canónigos. Hubo siete votos por el Sí, y siete por el No; y, por tanto, no se procedió a ninguna clase de manifestación por parte de los párrocos. Pero nótese que si la mayoría hubiese estado por el Sí, no se habría dicho una palabra nada más que sobre la manera empleada por el anónimo, lo cual no podía ayudar mucho al señor Arzobispo. Mas, de las conversaciones tenidas por los organismos dependientes del Arzobispo fue fácil descubrir que cualquier norma nuestra habría sido recibida por él e interpretada por todos como un juicio de condenación de don Bosco. Es igualmente cierto que, aun cuando no hubiese estado ausente ningún párroco, la mayoría habría sido negativa. Yo, sin duda, dije cuanto podía y sabía, pero quienes más se distinguieron fueron el teólogo Arpino y el párroco del Carmen, con quien yo me había entendido de antemano. Por lo que supe, el comportamiento de los párrocos mereció la aprobación de todos. Ahora ya no hace falta impugnar lo que dijeron los canónigos, pues se supo que, también entre ellos, hubo quienes opinaban que no había que presentar ninguna apelación, y casi todos deploraron ver impreso en los diarios lo que privadamente escribieron a Monseñor, y por fin siempre se habló de la manera y nunca de la sustancia. Es más, un canónigo ha dicho a algún párroco: -El señor Arzobispo piensa favorecer su causa promoviendo enjuiciamientos pero obtiene todo lo contrario. Todos están persuadidos de que los párrocos no volverán a ser convocados, pero, si lo fueran, el triunfo de don Bosco sería mucho mayor. En esta ocasión fue palpable que en Turín se aprecia el bien indecible que V. S. hace a la Iglesia y a la sociedad. La oración de los buenos empieza a surtir efecto. Siento no poderme alargar más. Imploro la bendición del Padre Santo, si me la puede procurar, y la de V. S., de quien toda mi vida humildemente me profesaré, con la máxima estimación y sentido agradecimiento, Turín, 29 de diciembre de 1877. Su afmo. hijo FELIX REVIGLIO, cura párroco. Su Excelencia convocó otra reunión de párrocos en su palacio el día 2 de enero. De ella escribió el teólogo Bertagna en estos términos 1: <((**It13.391**)) la cuestión del catecismo. A última hora, y a manera de conclusión, nos recomendó estar unidos y marchar de acuerdo. íTanto mejor!>>. Pero parece que el último punto tratado era la finalidad de la reunión y que buscaba disponer los ánimos para una nueva votación 2. Pero se aproximaban 1 Carta citada. 2 Carta de don Félix Reviglio a don Bosco, Turín, 2 enero de 1878. (**Es13.338**))
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