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((**Es13.309**) y el canónigo Zappata, la primera comunicación que los Superiores Salesianos tuvieron con la Curia, sobre este asunto, fue una carta de don Miguel Rúa con fecha del 4 de noviembre. Tres motivos obligaron a don Miguel Rúa a escribir. El 2 de noviembre el prosecretario teólogo Maffei preguntó a don Miguel Rúa, por orden del Arzobispo, si ((**It13.356**)) monseñor Ceccarelli tenía los papeles necesarios para el ejercicio del sagrado ministerio en la Archidiócesis, y se añadía que los presentara en la Curia. <>. Además, don José Pavía, director de un oratorio festivo, y ya aprobado para confesar en la diócesis suburbicaria de Albano, no pudiendo presentarse antes de Todos los Santos al examen reglamentario, había pedido licencia para confesar a sus muchachos, al menos aquellos días de gran concurrencia de gente. Pero el Arzobispo le contestó que no pensaba dar facultad alguna, mientras sus Superiores no pidiesen perdón. Por último, otro sacerdote salesiano, el reverendo don Alejandro Porrani, que ya había obtenido las licencias de confesión, fue obligado a un nuevo examen. Se sometió de buen grado y obtuvo la calificación de peridóneus (muy apto); pero, cuando fue a pedir el certificado, recibió una respuesta idéntica a la anterior. Fue entonces cuando don Miguel Rúa, prefecto general de la Congregación, escribió al teólogo Maffei: Queridísimo Maffei: Tengo el gusto de contestar a las agradables cartas que me has enviado últimamente. Te ruego, primero, tengas a bien notificar a S. E. Rvma. el señor Arzobispo que hemos quedado muy afectados con el disgusto que S. E. tuvo que experimentar el pasado agosto con el inconveniente de las misas. Podrás, también, notificarle que aumentó nuestro pesar el reproche que por este motivo nos hizo la muy Venerable Congregación de Obispos y Regulares. Hubiera querido escribir ya antes a S. E. sobre este particular, pero, al saber que el asunto había sido denunciado a dicha Congregación, parecióme inoportuno, por temor a decir algo que pudiese perjudicar a una y otra parte. Mas, habiendo sabido que S. E., en su iluminado entender, desea todavía que yo escriba sobre este tema; es más, pone esto como condición indispensable para conceder la facultad provisional de confesar a nuestro reverendo don José Pavía, y las patentes de confesión a nuestro reverendo don Alejandro Porrani (que obtuvo en el examen sufrido en esta Archidiócesis el pasado agosto, ((**It13.357**)) la calificación de peridoneus) condesciendo de buen grado a su deseo. En cuanto a la última de ayer, concerniente a monsenor Ceccarelli, puedes asegurar a S. E. que fue provisto de las requeridas facultades para el ejercicio del sagrado ministerio en esta archidiócesis. Me parece que presentó los papeles en la Curia (**Es13.309**))
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