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((**Es13.305**) familia y no pudo satisfacer el vivo deseo de sus parientes, teniendo que venir a Turín para celebrar en una iglesia de la Congregación. El párroco no adujo más razón que la de ser ésta una orden expresa del Arzobispo. >>Qué hubiera podido hacer yo? Otro asunto es el que se refiere a las testimoniales de un novicio. ((**It13.351**)) Estoy convencido de que las testimoniales deben pedirse al Ordinario de origen y no al de la diócesis adonde va a residir y me parece que el Ordinario no puede entremeterse en los asuntos internos de una Congregación, sin ultrajar a la Santa Sede, que la aprobó independientemente en su régimen interno. Como el sacerdote, de quien se trata, pertenece a la diócesis de Ivrea, se pidieron las testimoniales a su propio Ordinario. Pero, no habiendo éste juzgado concederlas, ni dado respuesta alguna, he seguido las prescripciones de esa sagrada y autorizada Congregación y he comunicado todo a la misma, conforme a los decretos pontificios del 25 de enero de 1848. Eminencia Reverendísima, me encuentro a la cabeza de una Congregación naciente, que, en medio de muchas dificultades, adquiere un gran desarrollo; hasta ahora, no he dado nunca un paso sin plena autorización del Padre Santo y de las Sagradas Congregaciones, y deseo actuar así constantemente en el futuro. Tenga V. E. caridad conmigo, ayúdeme, siga concediéndome su protección, aconséjeme y le aseguro que siempre me tendrá, junto con los salesianos, dispuesto a obedecerle. Pero necesito que se me dirija en los continuos vejámenes a que estamos sujetos. El sacerdote Lazzero, piadoso y celoso eclesiástico, ha de ver, con gran escándalo cada día, su confesonario rodeado de fieles mientras sigue suspendido, sin que nunca se haya sabido la razón. Suplico a V. E. se digne perdonar la libertad y confianza con que le escribo, y créame con profunda gratitud y con la máxima veneración, Turín, 12 de octubre de 1877. Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. Por aquellos días, se hizo un nuevo esfuerzo para sosegar la discordia. El teólogo Tresso, Vicario de Lanzo, se enteró enseguida del caso de las misas; lo supo por el director de aquel colegio, ya que también él estaba interesado personalmente en el asunto. Y, durante la larga permanencia de los Superiores en Lanzo para el Capítulo, tuvo oportunidad para informarse exactamente de todo el asunto. Era un antiguo alumno muy encariñado, por lo que don Bosco, antes de despedirse, le había dejado el encargo de intentar algún camino de arreglo; que hiciese todo lo posible para asegurar al Arzobispo que los salesianos no querían más que el bien de la diócesis, obedecer, trabajar y no causarle disgusto alguno. El doctor Tresso lo intentó con la mejor buena voluntad. El 11 de octubre obtuvo audiencia. La conversación duró una hora y media. ((**It13.352**)) Verdaderamente más que una conversación fue un monólogo, un desahogo tal de resentimiento, que hizo enmudecer en el acto al interlocutor y perdió todo valor para ir a Turín a ver a don Bosco y darle cuenta de su misión 1. 1 Contóle enseguida la entrevista al profesor Anfossi, que le estaba esperando afuera. Este la (**Es13.305**))
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