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((**Es13.244**) Empiece la monografía desde el momento en que se habló en Turín de abrir aquella casa o aquel colegio; escríbanse los pasos dados, facilidades y dificultades, ayudas y obstáculos, el año y el mes de la fundación; los nombres del Pontífice reinante, del Rey, del Obispo diocesano; después siga narrando, por ejemplo, que tal año se hizo esto y aquello y se continúe cronológicamente indicando los sucesos sobresalientes, tejiendo la biografía de aquellos que la conveniencia lo pida; pero póngase más cuidado que en ninguna otra cosa en citar los documentos auténticos y en indicar dónde se encuentran. De cada monografía se harán dos copias, una para guardarla en el archivo del propio colegio y otra para enviarla al archivo general. Cuando todas estas crónicas hayan llegado a Turín, entonces habrá que pensar en otro trabajo, esto es, en sacar lo importante de cada una para describir más brevemente la marcha de la Congregación. Nosotros mismos, al cabo de los años, quedaremos admirados al ver cómo con tan pocos medios y en tan poco tiempo se ha hecho tanto, y aprenderemos los unos de los otros los medios para triunfar en las empresas. Y diré también que cada uno aprenderá de sí mismo; porque avanzando el tiempo parece mentira cómo se olvidan muchas cosas prácticas que hicimos, y que, aunque fáciles, son importantísimas; y al releerlas, tendremos de dónde aprender. Para que el aprendizaje sea mayor, y puesto que se trata de escritos privados para nosotros, pónganse también los defectos, en que se ha caído, diciendo, por ejemplo, que en tal ocasión se emplearon tales medios y se fracasó. Esto prestará más fiabilidad a la historia y servirá de aviso para otras veces. Todas las órdenes religiosas tienen esta especie de crónica detallada y documentada, y siguen trabajándola con celo, aun cuando la orden esté en decadencia; y continúan haciéndola de ciertas casas que hace medio siglo ya no están en su poder, de modo que saben todas sus principales vicisitudes... Nos la arrebataron el año tal; pasó a posesión de fulano; sirvió para tal uso; pasó después a mengano; después se nos devolvió... Y conocen de pe a pa los nombres de los vendedores y de los amos. Los jesuitas tienen uno expresamente en cada casa, que debe escribir la historia y en los catálogos de los socios se hace constar también que ese tal es scriptor historiae domus (escritor de la historia de la casa). Este, o aquel a quien él encargare, escribe la biografía de quien muere en la casa, aun cuando fuera el último de los hermanos. Y todas esas memorias se guardan en el archivo. Además, cada tres años todas las casas envían copia de sus anales al archivo general, a fin de que sirva para la historia de la Congregación. Pero la historia de la Congregación ((**It13.278**)) no se escribe todos los años, sino después de un período considerable de tiempo, y aun se espera hasta tener un buen historiador; entonces se redacta y siempre en latín; et quidem (más aún) historia verdadera y auténtica y muy bien redactada, ya sea por su excelente latín, ya sea por la manera de exponer la narración. Para que ésta no resulte demasiado prolija, es necesario extraer de los anales los hechos principales; de lo contrario se haría aburrida. Tampoco los anales deben contener todos y cada uno de los detalles. También éstos deben estar bien redactados y elaborados; es preciso emplear mucho discernimiento, saber evitar repeticiones, cosas sin importancia y menudencias. Para las cosas pequeñas, especialmente para los hechos edificantes, los jesuitas tienen otro medio: están las cartas anuales, en las que se lleva nota exacta de la predicación hecha en cada iglesia, de los ejercicios de piedad y de los ejercicios espirituales, de las confesiones y comuniones administradas en casa, y especialmente de todos los hechos edificantes que suceden entre ellos. Y estas cartas se envían de una casa a otra, de provincia a provincia, para que se lean en el comedor. En cada casa hay uno encargado (**Es13.244**))
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