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((**Es13.179**) los caminos se hacían ((**It13.200**)) intransitables, demasiado a menudo había que hacer de tripas corazón y someterse a sacrificios y privaciones serias. Verdad era que el párroco de Rosignano había invitado a don Bosco a trasladar las tiendas a su parroquia; pero, también aquel lugar estaba a trasmano y se requerían excesivos gastos para la adaptación del edificio ofrecido. En las mismas conferencias se volvió a hablar de este tema, cuando el Beato notificó que la condesa Corsi daba pasos para comprar una casa en Nizza que serviría para el fin deseado; se expresó de aquel modo porque todavía no creía oportuno manifestar públicamente lo que él ya había hecho por medio de la Condesa para la adquisición que sabemos. Después don Bosco continuó su obra en silencio. Es más, había que añadir otros dos motivos para el traslado. Las hermanas no gozaban de buena salud en Mornese; tal vez influía el aire demasiado fino para quien no podía tener una alimentación abundante y debía trabajar mucho. Además, el desarrollo tomado por el internado y el creciente número de postulantas hacían que aquella casa resultara demasiado estrecha e incómoda. No parecía se pudiera afirmar que a los mornesinos les desagradase demasiado la partida de las monjas; en efecto, la antigua inquina contra don Bosco, por haber abierto en su pueblo un colegio para chicas y no para los muchachos, estaba más sosegada que apagada, de suerte que de vez en cuando estallaba bruscamente, como sucedió precisamente en el carnaval de 1877, cuando se oyeron, durante toda una noche, al pie de las ventanas de la casa, los más groseros insultos contra sus pobres moradoras. Durante todo un año no se vislumbró nada en Mornese sobre los planes de don Bosco, ni dentro ni fuera del instituto. Sólo a primeros de febrero de 1878 quiso el Beato que la madre Mazzarello fuera con alguna hermana a Nizza para ver la nueva morada y hacer las oportunas sugerencias; dispuso al mismo tiempo que se encontrasen también en el lugar el ecónomo general don Antonio Sala y don Juan Bonetti. La Madre se llevó como compañera a sor Enriqueta Sorbone, asistenta de las educandas, como si presagiara ya el papel de primer orden que la joven Hija de María ((**It13.201**)) Auxiliadora estaba destinada por la Providencia a desempeñar en la nueva casa principal. Fue designada por don Bosco Vicaria de la Congregación y ejerció ininterrumpidamente este cargo durante medio siglo, convertida en testigo viviente de la tradición; pasó con el Capítulo Superior a Valdocco, al ser trasladado desde Nizza. La vocación de la madre Enriqueta es un apreciable episodio de la historia de nuestro Beato. Perdió a la madre siendo joven, y le tocó hacer sus veces con todas sus hermanas y hermanos (**Es13.179**))
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