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((**Es13.153**) Habría incluso vocaciones al estado eclesiástico, si se las cultivase; algunos nos han hecho petición para ingresar como coadjutores en la Congregación>>. Y el 3 de abril: <<íCon qué alegría he leído la cartita que se dignó enviarme! Me dice que cuide mucho la salud. Gracias a Dios, he disfrutado de una perfectísima salud, desde que salí de ahí... Pero, si no nos envía pronto refuerzos, aquí tendremos seguramente que sucumbir... Haga el favor de enviarnos también libros. í Si viese cuánto bien hacen El Joven Cristiano y la Vida de Domingo Savio!... No me pida ((**It13.170**)) noticias de Buenos Aires, pues no sé siquiera cómo es. Me he convertido en un perfecto ermitaño; no salgo nunca de casa, si no es para visitar enfermos>>. El 18 de mayo escribía a don Julio Barberis: <>. Citamos todavía un párrafo de su carta del 20 de abril de 1877, la última que escribió a don Bosco: <>Podré esperarlo en este mundo? Al menos pida a Dios que, unidos después de la muerte, pueda estar junto a usted toda la eternidad>>. Los testimonios de otros confirman plenamente lo que, con filial entrega, confiaba él al padre de su alma. Hay un testimonio del señor Gazzolo, que vio al pie del cañón y describió después a los Superiores de Turín, cómo había pasado el celoso sacerdote el segundo domingo de febrero de 1877, que es allí el más caluroso y el de las jornadas más largas del año 1. <<... Una hora antes de la salida del sol, baja don Juan Bautista Baccino al confesonario. Italianos y argentinos acuden en tropel a 1 Véase: Boollettino Salesiano, octubre de 1877. (**Es13.153**))
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