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((**Es12.65**) hermanos ya había devuelto al redil alguna ovejita extraviada, es decir, algún sectario de la ciudad; la población aceptaba muy bien a los Salesianos. Algunos hermanos iban a enseñar el catecismo los domingos a varias iglesias; acudían a la casa muchos jóvenes externos, a los que se les enseñaba la doctrina cristiana en las clases, y después se los llevaba a la iglesia para la bendición eucarística. Los Hijos de María Auxiliadora eran treinta. -Rezad, dijo, para que nuestra casa pueda dar frutos abundantes de caridad cristiana. Don Santiago Costamagna, que dirigía las Hijas de María Auxiliadora en Mornese, contó a los oyentes los rápidos progresos de esta institución, verdadero grano de mostaza, que se convertía en un gran árbol. Las hermanas pasaban ya del centenar; ((**It12.66**)) había continuas peticiones de ingreso, pero necesitaban ser ayudadas por el Oratorio para mantenerse. Aquellas buenas hijas podían servir de modelo por su humildad y su espíritu de abnegación; se preveía que serían preciosos auxiliares también en las misiones. Desgraciadamente la salud dejaba mucho que desear; dos de ellas se encontraban en trance de muerte. La comunión de cada mañana, podía calificarse de general. Pasaban de treinta y cinco las educandas; y tenían también a su cargo las escuelas municipales de las niñas. Las de los muchachos estaban confiadas a un Salesiano. Monseñor Sciandra había aprobado por aquellos días las reglas del Instituto. Por último, se encomendó especialmente a sí mismo a las oraciones de todos. Don José Ronchail, director de la casa de Niza, se lamentó de la pobreza de su situación. Eran entre todos nueve personas, a saber: cinco muchachos, dos clérigos, el cocinero y el Director. Los muchachos eran tan pocos, debido a las leyes de Francia. Todo el que quisiera enseñar un arte u oficio a un joven, antes tenía que aprender él mismo a leer y escribir en lengua francesa. El sacerdote extranjero tenía que pasar dos años en Francia para poder enseñar latín. Cada sacerdote no podía tener más de cuatro alumnos. >>Cómo, pues, se podía admitir a más muchachos y darles clase? Para poder reunir el domingo a los chiquillos y enseñarles catecismo y para estar autorizados a tener en casa a algunos y darles clase, los Salesianos recurrieron al Gobernador, de religión protestante, el cual les concedió lo que pedían, tras reiteradas instancias. Se temía que los nuestros trabajaran por fines políticos, a saber, que favoreciesen a hurtadillas las maniobras de los que fomentaban la anexión de Niza a Italia. Fueron, pues, examinados a fondo sobre este punto. Un comisario fue a inspeccionar la casa y, como encontró a los muchachos en el patio y que el director guardaba cama,(**Es12.65**))
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