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((**Es12.533**) sufrimientos se trocará en perla preciosa allá arriba en el cielo y los consolará para todos los siglos. Termino con las palabras de san Pablo: Vos delectat magnitudo praemiorum? non vos deterreat magnitudo laborum >>Os alegra el pensamiento de la gran recompensa del Paraíso? No os amedrente si tenéis que sufrir algo en esta tierra. 8 Conferencia leída por don Bosco en la Academia Romana de los Arcades El que tiene el alto honor de hablar en vuestra presencia, respetables señores, no es más que un humilde sacerdote llegado a Roma, que para su gran ventura y sin mérito alguno de su parte, fue puesto en el número de los árcades, y está encargado de leer ahora una prosa, que pueda servir de introducción a la arcádica reunión de este Viernes Santo. ((**It12.632**)) La elegancia de la palabra y la pureza del estilo, que suelen brillar en esta aula de la ciencia, me ponen en grave aprieto, pues yo estoy acostumbrado a hablar, leer y escribir para el pueblo, y especialmente para la juventud ayuna en letras. Sin embargo, me he animado a aceptar la invitación, considerando que la pulida pluma de mis colegas, permítaseme este calificativo, suplirá con creces mi insuficiencia. Pero es menester reducir a unos puntos concretos el tema de la Pasión del Redentor, que he de tratar, ya que es muy amplio por sí mismo. Por lo tanto, no tocaré la parte ascética, ni la oratoria, que corresponden al púlpito sagrado; no hablaré de la Arqueología, que dejo a las prolijas lucubraciones de los doctos; ni tampoco de los personajes que se nombran en el relato evangélico de la Pasión del Señor, que es materia reservada a los comentaristas bíblicos y a los escritores de Historia Eclesiástica. Omito también todo lo que sucedió en torno al Salvador antes de su subida al Calvario y elegiré únicamente lo que hace diecinueve siglos, poco más o menos a la misma hora que nos tiene reunidos aquí, tuvo lugar en aquel monte de Redención. Es decir, las siete palabras proferidas por Jesús en la Cruz. También aquí, señores, dejo de buen grado la sublimidad de conceptos y los arranques poéticos a la erudición de mis Colegas; y yo me ceñiré a una simple exposición histórico literaria cual me parece conviene a los oyentes, que en este venturoso momento me honran. Si la pequeñez de mi trabajo no os proporciona motivo para aplaudir, os prestará, no lo dudo, ocasión para ejercitar vuestra bondad y otorgarme vuestro perdón. Después de mil malos tratos y tormentos, sometido a una despiadada flagelación, coronado de espinas, condenado a la ignominiosa muerte de la cruz, el amabilísimo Salvador, con gran esfuerzo, llevó a cuestas el instrumento de su suplicio hasta el Gólgota. Gólgota o Calvario significa monte de la Calavera; y dicen algunos que es llamado así, porque allí eran conducidos los condenados a muerte para pagar la pena de los crímenes cometidos. Pero Tertuliano, Orígenes, san Epifanio, san Juan Crisóstomo y Agustín opinan que aquel monte se llama Gólgota porque allí fue sepultado Adán, y por un rasgo de la divina Providencia, se cavó el hoyo para la Cruz donde estaba su calavera, y así el autor del primer pecado fue también el primero en ser salvado con la sangre de quien moría por la salvación del género humano. San Jerónimo lo expresa así en la carta a Marcela: In hoc loco et habitasse dicitur, (**Es12.533**))
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