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((**Es12.531**)aceleran los estudios, se da toda suerte de comodidades para poder vestir pronto la sotana, se emprenden clases particulares. >>Y cómo podría callar ante tantas y tan apremiantes necesidades? >>Podría yo volverme atrás, mientras nos llaman de todas partes cuando parece que sea la misma voz de Dios, la que se manifiesta a través de la boca de tantos? >>Y después de las señales de la divina Providencia, que quiere hacer tan grandes cosas por medio de los Salesianos, enmudecer y no industriarme para aumentar el número de operarios evangélicos? Tengo aún otra cosa que deciros, y es la más importante. Cuando yo os animo a todos vosotros a ser constantes o a inscribiros en la Congregación Salesiana, no quiero que pretenda ingresar en ella quien no tiene vocación. Veo el gran bien que podemos hacer, os expongo cuán grande es la mies, que está ante nuestros ojos, cuántos operarios necesita la viña del Señor, para que, si vosotros oís una voz interior que diga: -Tú puedes encontrar más fácilmente la salvación de tu alma y la del prójimo en la Congregación, sepáis cómo están las cosas y tengáis la oportunidad de ingresar; mientras es mi intención que todos los otros sigan su propia vocación. Lo que quiero y en lo que tanto insisto es que, dondequiera que uno esté, se cumpla lo que se lee en el Evangelio: Lucerna lucens et ardens. Yo no me opongo a que un joven quiera ir al seminario y se haga sacerdote secular; lo que quiero, y en lo que insisto, e insistiré mientras tenga aliento y voz, es que el que se hace clérigo sea un clérigo santo y el que se hace sacerdote sea un sacerdote santo. Que el que quiere tener parte en la herencia del Señor, abrazando el estado eclesiástico, no se enrede en asuntos mundanos, sino que atienda solamente a salvar almas. Esto pido yo: que todos, y especialmente el eclesiástico, sean luz que ilumine a todos los que lo rodean y no tinieblas que engañen a quien las sigue. Pero esta luz no se manifieste sólo con palabras, sino que se convierta en obras. Procure cada uno enriquecer su corazón con la caridad que mueve a dar la vida por salvar las almas; caridad por la que no se mira ningún interés material cuando se trata de hacer el bien, y hace exclamar con san Pablo, cuando se trata de ganar almas para Jesucristo, que las cosas de esta tierra son como estiércol: omnia arbitror ut stercora, ut Christum lucrifaciam. Es necesario que nadie se deje dominar por la gula, por la intemperancia, ((**It12.630**)) que es la que conduce miserablemente al naufragio a tanta juventud, y digámoslo también, a tantos eclesiásticos. El que desea trabajar con fruto en la viña del Señor, en cualquier estado en que se halle, ha de saber moderarse y mortificarse especialmente en la bebida. Es un verdadero operario evangélico, doquiera se encuentre, el que toma parte con gusto en las prácticas religiosas, las promueve, las celebra. Si hay una novena, se alegra, hace algo especial e invita a otros a hacerla. Para ser verdadero operario evangélico, no hay que perder tiempo sino trabajar: por un lado y por otro, en los estudios, en la asistencia y en la cátedra; entre las cosas materiales, en el púlpito y en el confesonario; en las oficinas y despachos administrativos; pero sin perder de vista que el tiempo es precioso y que el que lo pierde o no se esfuerza por emplearlo bien, nunca será buen operario evangélico. Esto es, queridos hijos míos, lo que os he expuesto para llegar a ser buenos operarios evangélicos. íAh, si se practicara exactamente todo esto entre nosotros! Volvamos un instante la mirada a nuestro alrededor: >>se practica en la Congregación? Si yo pudiese decir que todo esto está en nuestra Congregación y que se practica en ella exactamente, qué feliz sería, podría en verdad enorgullecerme de ello. Si los salesianos (**Es12.531**))
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