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((**Es12.528**) mies por recoger consiste en la salvación de las almas, todas las almas deben ser recogidas en el granero del Señor. íQué abundante es esta mies! íCuántos millones de hombres están sobre la tierra! íCuánto trabajo todavía sin hacer para lograr que todos se salven! Pero operarii autem pauci; los operarios son pocos; por operarios que trabajan en la viña del Señor se entiende todos los que de algún modo colaboran en la salvación de las almas. Y advertid que por operarios, no solamente se entienden los sacerdotes, predicadores y confesores. Ciertamente éstos están colocados a propósito para trabajar y se dedican más directamente a cosechar la mies, pero no son los únicos ni bastarían. Operarios son todos los que de alguna manera contribuyen a la salvación de las almas; así como son obreros del campo no sólo los que siegan el grano, sino también todos los demás. Contemplad la variedad de obreros de un campo. Uno ara, otro rotura la tierra, ése la arregla con la azada, éste con el rastrillo o rompe con el mazo los terrones y los allana, unos arrojan la semilla, otros la cubren; quién arranca los hierbajos, la cizaña, el comino, la alberja; quién escarda, quién poda, quién arranca; unos que riegan en tiempo oportuno y recalzan; otros por el contrario siegan y hacen manadas, gavillas y montones, y quién las carga en el carro y quién las acarrea; quién extiende, quién trilla, quién bielda, quién acriba, quién ensaca y lleva al molino y quién lo convierte en harina; después quién la cierne, quién la amasa, quién la mete al horno; ya veis hijos míos que variedad de obreros se requieren hasta que la mies alcanza su meta y se convierte en el pan elegido del paraíso. ((**It12.626**)) Lo mismo que en el campo sucede en la Iglesia, donde se necesita toda suerte de obreros de toda clase. No hay uno que pueda decir: -Aunque yo sea de conducta intachable, no serviré para trabajar por la mayor gloria de Dios. No, que nadie hable así; todos pueden hacer algo de alguna manera. Los operarios son pocos íah, si se pudiera enviar sacerdotes a todas las regiones de la tierra, a todas las ciudades, pueblos, aldeas y campos y convertir a todo el mundo! Pero es imposible tener tantos sacerdotes; por consiguiente, es preciso que haya otros también. Además, >>cómo podrían estar libres los sacerdotes para su ministerio, si no tuvieran quien les preparara el pan y la comida, si tuvieran que hacerse ellos mismos los zapatos y la ropa? El sacerdote necesita ser ayudado, y creo no equivocarme si aseguro que todos los que estáis aquí, sacerdotes y estudiantes, aprendices y coadjutores, todos, absolutamente todos, podéis ser verdaderos operarios evangélicos y trabajar en la viña del Señor. >>Cómo? De mil maneras. Todos, por ejemplo, podéis rezar. En efecto, no hay quien no pueda hacerlo. Ya veis, pues, que todos podéis hacer la parte principal de la que habla el Salvador en este lugar, porque, después de haber dicho que son pocos los operarios, añade: rogad al dueño de la mies que mande operarios; rogate ergo Dominum messis, ut mittat operarios in messem suam. La oración hace violencia sobre el corazón de Dios; Dios queda en cierto modo obligado a enviarlos. Roguémosle por nuestros pueblos; roguémosle por los países lejanos; roguémosle por las necesidades de nuestras familias y de nuestras ciudades, y roguémosle por los que todavía están envueltos en las tinieblas de la idolatría, de la superstición, de la herejía. Roguemos todos de todo corazón al dueño de la mies. Otra cosa que todos pueden hacer, y es de gran utilidad a más de un verdadero (**Es12.528**))
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