Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es12.489**) La impresión fue extraordinaria. Los pobrecitos, que recibían semejante amonestación, corrían llorando al Maestro, don Julio Barberis, para pedirle más amplia explicación. En el curso 1875-76 había dejado algo que desear la clase de filosofía 1. Cuando se trató de elegir un nuevo profesor, el Beato pensó en el joven teólogo Agustín Richelmy, futuro Cardenal Arzobispo de Turín, a quien apreciaba desde niño. Al no ver satisfecho su deseo, le pidió su colaboración para la instrucción dominical de los muchachos del Oratorio de ((**It12.580**)) San Luis, que había quedado sin la actuación de don Luis Guanella. En la carta que le escribió, alude a las dimensiones de la iglesia, con la intención de eliminar la eventual dificultad procedente de los órganos vocales del predicador, que siempre fueron débiles. Queridísimo Richelmy: Puesto que no puedo tenerte conmigo para la escuela de filosofía, mira a ver si puedes ayudarme para la predicación en el Oratorio de San Luis. La iglesia no es muy espaciosa. Una breve instrucción, incluso un solo ejemplo, acompañado de alguna reflexión moral, puede bastar. Don Celestino Durando dará aclaraciones; pide a Dios por este pobre, que será siempre para ti en Jesucristo Afmo. amigo JUAN BOSCO, Pbro. En la mente de don Bosco estaba clavado el sueño de Lanzo; había dicho que quería contarlo, pero no enseguida, porque le causaba demasiada pena. Pero se vieron los efectos. Don Bosco había llegado a enterarse de los desórdenes del Oratorio y de los autores de los mismos. Mandó que pasaran por su cuarto los dos cabecillas, aprendiz el uno y estudiante el otro, a quienes calificó de verdaderos demonios. Pasó primero el aprendiz. Don Bosco le dijo: -Escucha, quiero que me dejes hablar sin interrumpirme. Después me dirás sí o no. Hace seis meses que no te confiesas. Desde tu última confesión ha sucedido esto y esto otro, en tal tiempo, en tal lugar, con fulano de tal. Y por este estilo siguió hablando diez minutos sin parar un instante. Después concluyó: -Ahora discúlpate. >>Es verdad o no? 1 Véase el undécimo volumen, pág. 250. (**Es12.489**))
<Anterior: 12. 488><Siguiente: 12. 490>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com