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((**Es12.459**)((**It12.542**)) CAPITULO XIX MOLESTIAS DE LA PRENSA AUNQUE las molestias de los periódicos, miradas a distancia, parecen en general cosas de poca monta, sin embargo en realidad no fue así de ningún modo para quienes les tocó aguantarlas. También afligió a don Boso esta clase de tribulaciones, casi hasta el término de su vida. Es verdad que nunca quedó mellado en modo alguno su buen nombre, antes, al contrario, siempre se cumplió lo de que quien escupe al cielo en su daño se vuelve; pero no cabe duda que, como sacerdote y como padre de una familia tan grande y tan digna, se sentía herido en lo más vivo y hondo de su alma, ante la maledicencia de la prensa. Siguiendo el orden cronológico, escarbaremos primero en la hojarasca de un periodicucho humorístico, que se publicaba en Turín los martes, jueves y viernes. Se titulaba II Ficcanaso (El Buscavidas); y bien que mal, pero más mal que bien, ejercía su oficio de meter la nariz en los asuntos ajenos. Como es lógico, con tal ralea de intrigantes, le venían frecuentes accidentes profesionales, es decir, embargos, pleitos, suspensiones; pero estos casos, en fin de cuentas, producían señaladas ventajas, porque le proporcionaban nombradía y atraían la curiosidad en torno a él. Por desgracia era de un espíritu volteriano, del que hacía gala; pero ícuántos se echan a las espaldas los escrúpulos, cuando se trata de panfletos humorísticos, como si las ganas de reír a carcajadas justificaran el entregarse a tan detestables lecturas! ((**It12.543**)) Efectivamente, este periodicucho alardeaba de una tirada muy superior a la de otras publicaciones periódicas de verdadero mérito, y el ser anunciado por las calles de la ciudad con su nombre, apellido y todo lo demás, era como en otro tiempo ser arrastrado por la ciudad en coche de lujo con cuatro caballos. En 1876 ese periodicucho tuvo que suspender la publicación en razón de una de sus acostumbradas aventuras, pero la reanudó muy pronto precisamente el día dedicado a san José. Pues bien, he aquí que en el nuevo programa figuraba el propósito de perseguir a don Bosco; en efecto, en el breve período de pocos meses le asestó sus tiros tres veces. A su estilo declaró sin rebozo a los lectores su malvada (**Es12.459**))
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