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((**Es12.451**) -Pues bien, le contestó don Bosco; si así lo deseas, sea como tú pides. Enseguida sintió el pobre Sala que le dolía muchísimo la cabeza y en cambio don Bosco se encontró completamente libre. La ansiedad de noticias sobre los misioneros tenía en vilo en el Oratorio a los muchachos y a los hermanos. Don Bosco satisfizo la curiosidad general en las <> del día 17. ((**It12.532**)) Subió a la cátedra, pareció al principio querer andarse por las ramas; pero lo hacía con toda intención, para ganarse más la expectación y la atención. >>Y por qué, gozando de un fresco tan agradable ahí fuera bajo los pórticos, os habéis encerrado aquí dentro para rezar las oraciones en este locutorio y tan apretados uno contra otro como para quedar ahogados? >>Quién sería capaz de explicarmelo? Alguien me contesta: -Mientras se trate de un poco de fresco, bien esta; pero cuando este fresco cambia en frío es harina de otro costal y me molesta. íBueno, bueno! Tómese también con paciencia un poco de frío, aunque todavía no sea el tiempo tan riguroso y espero que no llegue a ser tal. Además aquí hace frío, pues nos defienden gruesas paredes. En el comedor, con los muchos que sois, con la sopa y una buena botella (de vino blanco, muy blanco: dijo una voz con una ligera risa de los vecinos) os calentáis bastante y enseguida. Y cuando os metéis en cama, >>también os calentáis? íSí que os calentáis! Y lo celebro, porque deseo que tengáis todo lo necesario para que nunca sufráis. Y, si todavía hubiese que sentir alguna ráfaga de viento, alguna molestia propia de la época, somos bastante cristianos para hacer un ofrecimiento al Señor. Pero pasemos a otro tema, que sera mas interesante. He acompañado a los misioneros a Roma y he podido hablar varias veces con el Sumo Pontífice. Me ha pedido noticias de todo y de todos y yo le di los informes que me pidió; le dije el número de los que vistieron la sotana y el de los que todavía no la vistieron, pero que son muy buenos. Le dije que todos, quién mas quién menos, os acercáis en santidad a san Luis. Entonces me preguntó el Padre Santo: ->>Pero, no hay ningún indomable entre vuestros jóvenes? -íNo, le contesté, eso no; indomables no los hay, pero tan buenos como san Luis, sí! -Explicaos mejor, que no os entiendo, dijo el Papa. -Sí, repliqué; entre mis jóvenes hay muchos tan santos como san Luis; pero yo, Padre Santo, cuento lo que son y lo que tienen voluntad de ser. -íAhora lo entiendo!, dijo el Padre Santo sonriendo; y luego siguió diciendo: decid a vuestros jóvenes que tengo puestas mis esperanzas en ellos; que les doy la bendición apostólica con todo el afecto de mi corazón. Y yo os traigo ahora la bendición y os la doy de su parte. Desde Roma acompañé a los misioneros hasta Génova. Hemos estado algunos días en Sampierdarena, donde nos han tratado con toda cortesía los de nuestra casa. íY la de líos que hubo que resolver! A uno le faltaba una formalidad en el pasaporte, a otro el sombrero o el manteo, a esotro camisas u otra cosa. Este se quejaba ((**It12.533**)) de no encontrar una maleta, aquél de haber dejado unos libros en Turín; había, en (**Es12.451**))
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