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((**Es12.390**) es nuestro benignísimo Señor quien nos lo promete y a cambio de lo poco en que seamos fieles, nos promete lo mucho; y El mismo llama bienaventurados a los que observan su ley, pues sabe cuán grande será su premio. Y dice en otro lugar que un solo vaso de agua fresca dado en su nombre será recompensado. íAnimo, pues! Que la esperanza nos sostenga cuando pudiera faltarnos la paciencia. Al llegar aquí contó lo de aquel solitario que en sus tribulaciones miraba al cielo por una rendija, y esto le bastaba para estar siempre alegre y satisfecho. A uno que le preguntó, le dijo: -Por esa rendija me llega todo mi consuelo. ((**It12.459**)) Ahora haría falta una virtud, que abarcara las dos primeras y las mantuviera unidas. Esta virtud es la obediencia. Pocas cosas os diré, pues ya se ha leído durante estos Ejercicios el tratado de la obediencia del Padre Rodríguez y además se habló de ella en algún sermón. Yo recomiendo mucho que se tenga paciencia para obedecer, y quisiera que cuando no se desease guardar esta obediencia, cuando nuestra cabeza quisiera estar lejos de la obediencia, mirásemos al cielo y tomáramos por las buenas la esperanza. La obediencia bien mantenida es el alma de las Congregaciones religiosas; es la que las tiene unidas. Cuánto bien puede hacerse cuando muchos miembros dependen todos en absoluto de uno solo, el cual, por razón misma de su posición, tiene vistas muy amplias, tiene visión perfecta de lo que marcha bien y conviene hacer y dice a uno: -Estáte aquí; y él se está; haz esto, y él lo hace; ve allá y se pone rápidamente en camino. El bien se multiplica, y es un bien que no puede hacerse, si no hay obediencia absoluta. Reporta, además, otro gran bien la obediencia. Aumenta el mérito de todas las acciones; hablo de las acciones manuales. Puede uno servir para poco o para nada; pues bien, se coloca bajo la obediencia, le pone el Superior a barrer o a hacer de cocinero y entonces puede tener el mérito del que todo el día se ocupa y trabaja en el púlpito, en el confesonario o en una cátedra dedicado a la enseñanza. Este es un gran bien que produce la obediencia. Acepte cada cual con paciencia el cargo que tiene, cúmplalo lo mejor que pueda y no se preocupe de nada más; el Señor lo recibe bien y lo bendice. Tengo todavía un pensamiento, que quisiera recomendaros muy encarecidamente. Este pensamiento será el que anudará los tres primeros. Consiste en hacer bien el ejercicio de la buena muerte; es decir, consagrar verdaderamente un día cada mes, para que en él, dando de lado, por cuanto sea posible, a todas las demás ocupaciones, pensemos en arreglar bien las cosas de nuestra alma. Aprovechará mucho comparar un mes con otro: ->>He adelantado en este mes o bien he retrocedido? Y descender a los detalles: ->>Cómo me he portado en lo concerniente a la obediencia? >>He progresado, la he cumplido escrupulosamente? Por ejemplo, >>cómo he cumplido la asistencia que me confiaron? >>Cómo me he dedicado a la clase? Con respecto a la pobreza, >>no tengo nada que reprocharme, que no sea propio de un pobre en el vestido, en la comida y en la celda? >>He sido glotón? >>Me he quejado cuando me faltaba algo? Después pasar a la castidad: ->>He favorecido los malos pensamientos? >>Me despego cada vez más del amor a mis padres? >>He mortificado la gula, las miradas, etc.? (**Es12.390**))
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