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((**Es12.371**) quien representa. En materia de obediencia no había para él cosas pequeñas; se acusaba ante el superior hasta de cosas de ninguna trascendencia. Conoció también la preciosidad del tiempo. No le gustaba hablar de cosas inútiles. Decía que su delicia y su recreo era el estudio, al que se aplicaba con tal intensidad que no se daba cuenta de lo que sucedía a su alrededor. Don Bosco, que necesitaba de un maestro bueno y hábil para los Hijos de María, puso sus ojos en él, y no se equivocó en la elección. ((**It12.436**)) Le gustaba mucho, y se la hizo suya, la máxima del Beato: que hace mucho quien hace poco, pero hace lo que debe; mientras que hace poco quien hace mucho, pero no hace lo que debe. Lo que más lo atrajo a la Congregación y lo aficionó a ella, fue ver que su primer fin era ocuparse en la juventud pobre y abandonada. Ardía en él el deseo de enseñar la religión y conducir al bien a los más pobres. Durante dos cuaresmas consecutivas, al terminar las clases, corría cada día a enseñar el catecismo en el Oratorio de San Luis, junto a Puerta Nueva. Preparaba de antemano muy esmeradamente sus explicaciones. Los muchachos le querían tanto, que sus oratorianos eran los más asiduos en la asistencia y los más disciplinados y callados durante la clase. Todos los domingos del año, además, no satisfecho con trabajar en la iglesia, cuando los otros catequistas salían a tomar un rato de asueto, juntaba a los más aplicados y les enseñaba a ayudar a misa. Don Luis Guanella, que dirigía a los Hijos de María y el Oratorio de San Luis, y que, por tanto, tuvo como ayudante al clérigo Vigliocco, escribe en una relación del tiempo que estuvo con don Bosco, redactada después de la muerte del Beato, y dice de él que <>. Su anhelo por catequizar aumentó cuando don Bosco comenzó a hablar de las misiones y de los misioneros; ansioso de ir a las misiones, pensaba hacer en el oratorio festivo su aprendizaje. Pidió formalmente a don Bosco tomar parte en la primera expedición. En su carta del 2 de febrero de 1875, escribía: <>. Pero otras eran las disposicionesde la divina Providencia. Su ((**It12.437**)) salud, que empeoraba a ojos vistas, despertó serias inquietudes. Se le liberó de la enseñanza y se le envió a veranear en las colinas de Superga; (**Es12.371**))
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